Aproximaciones a la represión I

3 04 2024

Cubaencuentro.com 01/02/2024

https://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/aproximaciones-a-la-represion-i-343534

Días atrás tuve la ocasión de participar en una conversación (no llegó a discusión, algo loable entre cubanos) sobre la represión en Cuba: su existencia (o no, o cuándo), sus variaciones, ámbito, alcance y continuidad a lo largo de seis décadas.

Según algunos, la represión ha existido desde 1959 hasta hoy. Según otros, en los años 80 nunca se percataron de que existiera. Un tercero argumentó que para sus padres, fidelistas incluso sin Fidel, la represión era una calumnia de la prensa enemiga y en respuesta aportaban numerosos ejemplos de represión siempre más allá de la plataforma insular cubana. Y muchas otras opiniones intermedias que consideraban factores como el tipo, la intensidad o el contexto. Al parecer, mientras existe unanimidad sobre el carácter de la represión nazi, el gulag, la revolución cultural china, los malos hábitos del Ku Kux Klan sureño o las matanzas de los jemeres rojos en Camboya, cuando se habla de la represión en la Isla los propios cubanos manifiestan una considerable diversidad de opiniones.

En el diccionario de la Real Academia se define la represión como “Acto, o conjunto de actos, ordinariamente desde el poder, para contener, detener o castigar con violencia actuaciones políticas o sociales. Acción y efecto de reprimir”. Y entre sus sinónimos incluye: “opresión, coacción, castigo, sometimiento, dominación, contención, prohibición, dominio”. Curiosamente, allí aparece, también, otra definición: “Acción y efecto de represar”. Y, efectivamente, reprimir es también represar: confinar en un espacio mínimo aquello que no deberá desbordarse a juicio de los represores.

Como todos sabemos, la represión está en la naturaleza de cualquier Estado, es parte de sus funciones para el mantenimiento del orden y la impartición de la justicia, así como evitar que se infrinjan las normas del contrato social. Ahora bien, aquí no hablaremos de esa represión intrínseca y respetuosa de las leyes, sino de la represión que viola de manera flagrante la Declaración universal de los derechos humanos.

¿Existen entonces diferentes verdades, todas ellas aceptables, sobre la naturaleza de la represión en Cuba durante las seis últimas décadas o, por el contrario, sólo existe una verdad sustentada por los hechos objetivos?

Si vamos a los hechos objetivos, la represión en la Cuba castrista ha perdurado desde el primer minuto hasta hoy, aunque podríamos considerar que su naturaleza respondió a diferentes etapas:

A vida o muerte: Los juicios sumarísimos a los esbirros batistianos no siempre contaron con todas las garantías procesales (y esto no es un alegato de inocencia). O el juicio a los pilotos de la Fuerza Aérea que bombardearon la Sierra Maestra y cuyo resultado Fidel Castro anuló personalmente hasta obtener el veredicto de culpabilidad y las largas penas de prisión que él deseaba. Incluso aquellos compañeros de armas que, decepcionados, se hicieron a un lado o pasaron a la oposición, sufrieron condenas draconianas, aunque se eludiera la pena capital. Una advertencia de Fidel Castro a sus propios lugartenientes, pero sin aterrarlos (un hombre aterrado puede ser muy peligroso): sé fiel y Dios te premiará. Posteriormente, durante la guerra contra los focos insurgentes del Escambray y otras zonas montañosas, se produjeron asesinatos extrajudiciales, penas desproporcionadas por delitos de colaboración, e incluso el desplazamiento forzoso de los campesinos del Escambray a Ciudad Sandino, en el extremo occidental, un remake de la reconcentración de Valeriano Weyler y las “aldeas estratégicas” de las tropas norteamericanas en Vietnam. En los momentos previos a la invasión de Playa Girón, decenas de miles de cubanos que no habían cometido delito alguno, pero que el Estado consideró posibles o presuntos quintacolumnistas, se confinaron en el Presidio Modelo de Isla de Pinos y las instalaciones fueron minadas. En caso de que la invasión se produjera por esa zona, la orden era volar el Presidio para evitar que aquellos hombres y mujeres se unieran a la fuerza expedicionaria. Como diría Maximilien  Robespierre en su Teoría del gobierno revolucionario,  “El gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional; a los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte”.

Con la revolución, todo, contra revolución, ningún derecho. Este lema totalitario del castrismo temprano marcó la naturaleza de la represión durante los siguientes lustros: el Estado se atribuyó el derecho de decidir desde las opiniones admisibles hasta el corte de pelo, la sexualidad, la fe, los derechos laborales y sociales, el arte, la familia, las limitaciones a la propiedad (de la vivienda, de tus propios hijos), y sancionó toda heterodoxia. Los creyentes y los homosexuales serían reeducados en las UMAP. El poeta Padilla se arrepentiría sudoroso de sus herejías pasadas y mi amigo Rafael Saumell cumpliría cinco años de prisión por escribir un libro. Durante este período, las penas de muerte fueron la excepción y no la regla. Y me refiero a la muerte física, no a la muerte en vida que sufrieron todos aquellos condenados por sus obras, sus opiniones, su fe o su naturaleza. Fidel Castro conocía de primera mano el precio que puede pagar una dictadura por arrojar cadáveres en las cunetas. Dominaba como pocos el arte de la imagen y se consideraba a sí mismo un referente mundial de la izquierda. Para algunos cubanólogos de sol y playa posiblemente lo fuera. Pero llegado el momento, no dudaba. Si con ello evitaba una condena internacional por narcotráfico, fusilaba al general más condecorado y a algunos sicarios de su policía política. Si con ello se evitaba un nuevo Mariel, fusilaba en 72 horas a un par de jóvenes que secuestraron una lancha sin daño alguno para los pasajeros. O evitaba condenar a quienes hundieron el remolcador 13 de Marzo con medio centenar de personas adentro. La caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de la Unión Soviética convirtieron al referente en referencia bibliográfica. Su “revolución” comenzó a hablar exclusivamente en pasado. Posiblemente el cierre tardío de esta etapa haya sido la Primavera Negra de 2003, cuando tribunales sin la más mínima garantía procesal repartieron 1400 años de prisión entre 75 activistas, disidentes y periodistas. Dicen que el mejor disolvente para el barniz es el alcohol, pero en este caso es el terror, hasta el punto de que José Saramago, fiel escudero del castrismo, se vio obligado a admitir que “hasta aquí hemos llegado”.

La camarilla de los compinches. De aquella “revolución” que se proclamó “verde como nuestras palmas” y era verde como el melón, ya sólo quedan las letanías nostálgicas del diario Granma. El gobierno de los compinches ya no es referente ideológico de nada ni para nadie. Su única ideología es sobrevivir y robar todo lo que se pueda antes del derrumbe final. Como no convencen, vencen (de momento) apoyados en sus cuadrillas de esbirros. Saben que carecen de toda legitimidad y por eso se muestran menos puntillosos con la heterodoxia. Si un escritor publica una novela non santa o hace declaraciones, si un académico publica un artículo demoledor o un músico recoge la indignación popular, intentan no darse por aludidos. Para su mal, Internet y las redes sociales les han arrebatado el monopolio que conservaban desde Gutenberg y Cubavisión. De modo que se ocupan, extintor en mano, de sofocar pequeños incendios mediante cortas pero recurrentes detenciones, acoso, invitaciones al exilio, alguna paliza y penas de cárcel superiores llegado el caso. Todo para evitar otro 11 J. Conocedores de su ilegitinidad, no soportarían una explosión masiva de descontento. Por eso alientan el éxodo. Medio millón, principalmente de jóvenes cubanos, huyeron del país en 2023. Confían en que una población de ancianos desnutridos solo salga a la calle para despedirse. Medio escalón por encima de Corea del Norte en su vocación represiva, ni siquiera infunden temor fuera de sus fronteras. El país que exportaba guerrillas ahora es sólo el mayor exportador mundial de cubanos. (Enviadores de remesas en estado larval que, bien explotados, pueden ser una buena inversión para los compinches). Tienen menos escrúpulos que nunca antes y no dudarían en asesinar si hiciera falta, pero saben, como don Corleone, que eso es malo para los negocios.

Vistos los hechos anteriores, ¿no deberíamos tener todos la misma opinión sobre la represión en Cuba? Eso es algo de lo que me ocuparé mañana aunque necesite echar mano a dos filósofos ingleses: Roger y Francis Bacon.





Aproximaciones a la represión II

3 04 2024

Cubaencuentro.com 02/02/2024

https://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/aproximaciones-a-la-represion-ii-343544

Durante la segunda mitad del siglo XIII, el monje y filósofo inglés Roger Bacon escribió Opus maius, un volumen de múltiples contenidos pero que esencialmente trataba sobre el error. Bacon atribuía los errores humanos  a cuatro problemas que, en conjunto, él llamó offendicula, es decir, impedimentos u obstáculos a la verdad:

1-La tendencia a encubrir la ignorancia propia fingiendo conocimiento

2-El poder persuasivo de la autoridad

3-La adhesión ciega a la costumbre

4-La influencia de la opinión popular

Más de trescientos años después, otro Bacon, Francis, habló de lo mismo, y llamó “los cuatro ídolos” a las fuentes del error humano:

1-El ídolo de la tribu: hábitos cognitivos universales propios de la especie humana

2-El ídolo de la caverna: el chovinismo que nos lleva a1 desconfiar de todo lo que no proceda de nuestro propio clan

3-El ídolo de la plaza del mercado: lo que el otro Bacon llamó “la opinión popular”

4-El ídolo del teatro: las falsas doctrinas difundidas por la autoridad religiosa, científica o filosófica (añadiríamos la política) y que no se discuten dado “el poder persuasivo de la autoridad” al que hacía referencia el otro Bacon.

De modo que si analizamos las opiniones de los cubanos sobre la represión en la isla, deberíamos considerar varios factores. El primero de ellos es que para más del 90% de los cubanos que vivieron a su edad adulta el advenimiento de la “revolución” en 1959 y observaron su devenir en los años 60, ésta constituía un proceso emancipador de los males que asolaban a la República desde su nacimiento en 1902: nepotismo, caudillismo, enriquecimiento ilícito, corrupción, violencia política y escaso interés por el destino de los más vulnerables. Se abría una nueva era en la cual Cuba sería, citando a Martí, “con todos y para el bien de todos”. Y las nuevas leyes parecían corroborarlo: la ley de reforma agraria, la ley de reforma urbana, la universalización de la atención sanitaria y de la educación. Aunque al mismo tiempo se derogaran las libertades fundamentales, empezando por el derecho a decidir; las libertades de expresión y reunión y, progresivamente hasta culminar en 1969, la libertad económica. Por eso no es raro que una buena parte de la población se adhiriera al segundo punto de Roger Bacon y “el poder persuasivo de la autoridad” fuera asumido de modo bastante acrítico. Sería lo que el otro Bacon llamaría “el ídolo del teatro”, dadas las falsas doctrinas difundidas por la autoridad. Es hasta cierto punto comprensible que las personas de esa primera generación insistan en su percepción, en algunos casos hasta hoy. De lo contrario, sería como asumir que toda su vida ha sido un timo. Por otra parte, al tratarse de una opinión compartida, pesan en ello los últimos puntos de Roger Bacon: “La adhesión ciega a la costumbre” y “La influencia de la opinión popular”. Unos postulados que esta primera generación transmitió sin dudarlo a sus hijos, aunque estos, con el paso del tiempo empezaran a cuestionar las explicaciones recibidas.

No todos, desde luego, respondieron de la misma manera a esas exhortaciones a la obediencia, aunque algunos, por razones de conveniencia y para facilitar su ascenso en el escalafón, echaron mano al primer postulado de Roger Bacon: “La tendencia a encubrir la ignorancia propia fingiendo conocimiento”, o, en el peor de los casos, la tendencia a encubrir el conocimiento de la represión fingiendo su inexistencia.

Fidel Castro manipuló con muchísima eficacia el chovinismo. Primero, se dotó de un enemigo a su altura, es decir, a la altura que el mismo se atribuía. Estados Unidos era el causante de todos los males y cualquier acusación al nuevo régimen debería ser desestimada, justamente porque provenía del enemigo. Nuestra tribu debería en todo caso reafirmar nuestra razón con respecto a la razón ajena, aun cuando ignoráramos numerosos detalles e incluso si había pruebas en contra. Alguna explicación tendría que haber y la confianza en nuestros líderes tendría que ser superior a las dudas que nos suscitaran los argumentos en su contra. El ídolo de nuestra caverna es siempre más creíble que cualquier objeción de sospechoso origen. Incluso si tiene signos de veracidad.

Para el ciudadano medio es siempre más confortable descansar sus opiniones y criterios en una opinión superior, sea Dios, el cura de la localidad, el padre, el presidente, o Fidel Castro. La confianza se convierte en prueba una vez que aceptamos la autoridad moral de quien la emite.

Otro elemento importante es el punto de la ecuación en que se encuentra ese ciudadano que juzga la existencia o no de represión. Un campesino que recibe en 1960 una parcela de tierra y cuyos hijos tienen la oportunidad de estudiar en la ciudad, no valorará la represión del mismo modo que el propietario de un pequeño o gran negocio que fue expropiado por las nuevas leyes revolucionarias. Y no reaccionarán del mismo modo al valorar la existencia de represión los hijos de ese empresario, que los hijos del campesino anterior. Un homosexual que pasó por las UMAP no tendrá la misma visión que un heterosexual ignorante de aquellas circunstancias. O los hijos de los presos políticos. O los creyentes represaliados.

Ahora bien, en la medida que el nuevo gobierno ofrece posibilidades de estudiar y fomenta la aparición de jóvenes más cultos, estos no aceptan con la misma pasividad al “ídolo del teatro” con el “poder persuasivo de la autoridad”. En tanto que jóvenes, y en tanto que cultos, no se adhieren del mismo modo a la opinión pública ya formada, o a la presión social, sino que desarrollan su propio carácter contestatario. Y esto es, obviamente, mucho más acusado en las generaciones posteriores, aquellas para las cuales la “revolución” no representa ningún referente ideológico, o ningún referente de ningún tipo. O es, precisamente, referente de todo lo contrario.

Por otra parte, la “adhesión ciega a la costumbre” también varía con el paso del tiempo, sobre todo en un país que ha perdido todos sus referentes y se encuentra en un acelerado proceso de descomposición. Esto podría explicar que converjan las opiniones actuales de diferentes generaciones y contextos.

En cuanto al “ídolo de la tribu: hábitos cognitivos universales propios de la especie humana”, hay que considerar las dificultades de todos los seres humanos para cambiar de opinión y los sesgos cognitivos que nos hacen persistir incluso en el error, a pesar de evidencias en contra que vayan desmontando las bases de esa certeza.

Por todo ello, no es raro que entre nosotros, tras un larguísimo periodo sometidos al “ídolo del teatro” y los efectos de la opinión pública, haya una diversidad de opiniones respecto a la represión, y aunque existen circunstancias objetivas, hay versiones de la verdad que siguen siendo individuales, intransferibles.





Manifestarse, ¿contra quién?

3 04 2024

Cubaencuentro.com 10/11/2023

https://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/manifestarse-contra-quien-343212

A partir de la atroz incursión de los milicianos de Hammás, que se saldó con 1400 víctimas y más de 200 secuestrados entre la población hebrea, el ejército de Israel ha puesto en marcha devastadores bombardeos sobre la Franja de Gaza, preludio de la invasión con el propósito de exterminar a la organización terrorista y, posiblemente, absorber la zona.

Como consecuencia de estos hechos, en el mundo se han producido cientos o miles de manifestaciones en defensa del pueblo palestino, o del pueblo hebreo, o a favor de la respuesta militar de Israel, o en contra, e incluso a favor de Hammás.

Yo acudiría a alguna de esas manifestaciones, porque repudio por igual la barbarie de Hammás y los bombardeos indiscriminados de Israel donde la población civil aporta la mayor cuota de víctimas. Pero solo si se tratara de solidarizarme con el pueblo hebreo o con el pueblo palestino.

En el caso de Hammás, no repudio sólo la masacre perpetrada contra la población civil de Israel, sino también la perpetrada contra su propia población. El hecho de que sus centros de lanzamiento de misiles, sus bases militares, sus refugios, estén situados al lado o debajo de escuelas, hospitales, parques, piscinas y zonas residenciales, los espacios donde viven, aprenden o se curan los ciudadanos palestinos que ellos dicen representar y defender, resulta doblemente repugnante. Repudio también, especialmente, el hecho de que en el momento de realizar su incursión a territorio israelí y asesinar a civiles indiscriminadamente, supieran, porque de ninguna manera podían ignorarlo, que la respuesta de Israel sería contundente. Al emplear a sus propios ciudadanos como escudos humanos, sabían que el saldo de víctimas civiles sería pavoroso, y me temo que eso era justamente lo que buscaban: la foto de Israel como un estado genocida que masacraba sin compasión ancianos, mujeres y niños. Y el saldo informativo está a su favor: en cualquier noticia sobre la guerra en Gaza, tras un breve prólogo sobre la incursión de Hammás, se muestra in extenso lo que hoy es noticia: la destrucción de la Franja, civiles muertos y heridos, hospitales devastados. Es la imagen que queda fijada en nuestra memoria.

De modo que bajo ninguna circunstancia acudiría a una manifestación en apoyo de Hammás, no sólo por estos hechos, sino por tratarse de un grupo fundamentalista islámico que niega los valores y derechos universales.

Comprendo la ira, el dolor y la sed de venganza del pueblo hebreo. Pero no acudiría tampoco a una manifestación acrítica a favor de la respuesta militar israelí, porque sería como asistir a una manifestación en apoyo de Benjamín Netanyahu, tan culpable como Hammás de lo que ha ocurrido. Y no porque lo sorprendiera el ataque. Me explico.

Los Acuerdos  de Oslo (1993) entre Yasser Arafat, líder de Al Fatah, y el primer ministro israelí, Isaac Rabin, estipulaban la creación de “un gobierno autónomo provisional palestino” para Cisjordania y Gaza que a los cinco años diera paso a la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, es decir, la creación de un Estado palestino vecino de Israel. La solución de dos estados soberanos, que estaba explícitamente formulada desde la Resolución 181 de 1947. Pero el sionismo más recalcitrante seguía soñando con expandirse hasta lograr el Gran Israel (Eretz Israel). La fundación de Hammás en 1987, dirigido por el imán Ahmed Yassin, introducía una pugna entre dos facciones palestinas. En 1994 Hammás se negó a formar parte de la Autoridad Nacional Palestina, y emprendió una campaña de atentados hasta conseguir que la población israelí rechazara mayoritariamente los Acuerdos de Oslo. El magnicidio de Isaac Rabin a manos del ultranacionalista Yigal Amir fue otro golpe a esos acuerdos.

Curiosamente, mientras Cisjordania, bajo la Autoridad Nacional Palestina, que acepta la resolución 242, es hasta hoy un protectorado; Israel ha permitido el poder absoluto en la Franja de Gaza de Hammás, que no acepta la resolución 242 y cuyo propósito es crear un Estado Islámico que abarcara Jerusalén, Gaza y Cisjordania. ¿Favorece el sionismo a Hammás, con la ayuda del Mossad? O peor, ¿ha apoyado y financiado al grupo terrorista?

No estoy revelando nada nuevo. El periodista israelí Amnon Abramovich ya culpó a Netanyahu de connivencia con Hammás. En 2009 The Wall Street Journal, muy lejos de ser pro palestino, hizo un reportaje sobre «cómo Israel ayudó a engendrar a Hammás» (https://www.wsj.com/articles/SB123275572295011847), donde un funcionario israelí destacado en Gaza explicaba que «Hammás, para su gran pesar, es creación de Israel». En 2019, el periódico israelí The Jerusalem Post publicó unas declaraciones del primer ministro Benjamín Netanyahu durante una reunión de su partido: «El dinero para Hammás es parte de la estrategia para mantener divididos a los palestinos». «Cualquiera que quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar el fortalecimiento de Hammás y la transferencia de dinero a Hammás». En 2020 Haaretz, otro medio israelí, informó de la visita del jefe del Mossad a Doha, donde «rogó a los cataríes que siguieran canalizando dinero hacia Hammás». De modo que hay que juzgar a Hammás por crímenes de guerra contra el pueblo hebreo, pero también a Benjamín Netanyahu por los mismos crímenes contra su propio pueblo.

El Likud, partido conservador de Benjamín Netanyahu, gobierna en coalición con tres partidos de extrema derecha (Sionismo Religioso, Poder Judío y Noam), y dos ultraortodoxos, el sefardí Shas y el askenazí Judaísmo Unido de la Torá. Lo mejor de cada casa. Para todos ellos, una excusa para vaciar la Franja de dos millones de palestinos es una oferta única. Su propósito a largo plazo es la expulsión de todos los palestinos, como el propósito de Hammás sería expulsar a todos los judíos, si tuviera los medios. Ambos extremos consideran que ese trozo de geografía le pertenece en exclusiva: la tierra prometida del pueblo judío, la patria ancestral del pueblo palestino. Y eso excluye al otro. ¿Cuál tiene razón? Ambos y ninguno.

El territorio en disputa fue parte de los imperios egipcio, asirio, babilonio (quienes deportaron a los israelitas VIP); de los imperios aqueménida y persa, derrotados por los ejércitos de Alejandro Magno y tras él los seléucidas; los imperios romano, bizantino, otomano, y tras la I GM, territorio colonial de los británicos.

Mil años antes de Cristo ya existían los reinos de Israel, al norte, y de Judá, con capital en Jerusalén, al sur. Desde Herodoto en el V a.C. consta la denominación de Palestina, como sustituto del término Canaán.  Fue tras la Rebelión de Bar-Kochba (132-136 d.C.), cuando el emperador Adriano desterró de la región a todos los judíos, y cambió el nombre de la provincia por el de Siria-Palestina, que con Constantino el Grande sería provincia cristiana y centro importante de la nueva fe. En el 634 d.C. los musulmanes árabes ocuparon y renombraron la región como Jund Filastin, Distrito Militar de Palestina. Como se ve, menos los aztecas, los mayas y Gengis Khan, por allí pasó todo el mundo. Cada uno podría reclamar su parcela, y tocarían a finquita por imperio.

Al término de la II GM, Naciones Unidas, sensibilizada por la barbarie del Holocausto,  adjudicó el área, con la aquiescencia de Gran Bretaña, al nuevo Estado de Israel, proclamada patria del pueblo judío. Pero obsequiaron el territorio con palestinos incluidos. El 14 de mayo de 1948 Israel declaró su independencia. Un día más tarde el nuevo país fue atacado por fuerzas combinadas de los países árabes vecinos; Gran Bretaña hizo mutis por el foro; la guerra fue ganada por Israel en catorce meses, y para 700.000 palestinos ocurrió la Nakba, la tragedia, su expulsión de los territorios; lo mismo que ocurrió a los judíos 1180 años antes. 

Hemos visto en los últimos meses nutridas manifestaciones de los ciudadanos israelíes contra Benjamín Netanyahu por su intento de pervertir el Estado de derecho y crearse una justicia a la carta. Incluso unidos contra la barbarie de Hammás, hay voces en el pueblo hebreo que condenan a su líder o siguen manteniendo que la búsqueda de la paz y la convivencia son posibles. En cambio, no conozco una sola voz entre los palestinos de Gaza que critique explícitamente las acciones de Hammás. Y eso dice mucho, no sobre lo que piensan unos y otros, sino sobre las respectivas libertades para expresarlo.

Entonces, ¿es la tierra prometida del pueblo judío o la patria ancestral del pueblo palestino? Las dos. Pero no en exclusiva. Y si ambos pueblos (no me refiero a los gobiernos, sean del signo que sean) quieren convivir en paz, el único modo es la existencia de dos estados independientes donde cada pueblo decida su destino. A una manifestación con ese propósito yo sí acudiría.





España: el ruido y la furia

3 04 2024

Cubaencuentro.com Madrid | 07/11/2023 9:37 pm

https://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/espana-el-ruido-y-la-furia-343195

Quienes abran hoy la prensa española, vean la tele o escuchen la radio, verán y escucharán que el presidente en funciones Pedro Sánchez, secretario general del Partido Socialista (PSOE), es un dictador, que quiere convertir el país en Venezuela (pero sin petróleo), que es un traidor a España, un corrupto, un peligro inminente para la nación si llega a la presidencia, dada su capacidad de hundir el país y, sobre todo, que España se rompe (por culpa de Sánchez, se entiende). Sobre esto último, he rastreado la frase “España se rompe” hasta 2007, cuando Sánchez ni siquiera asomaba, de modo que si España realmente se rompe lo va haciendo despacio. En cuanto a la calidad democrática del Estado español, según The Economist, el país se encuentra ahora mismo entre las 24 democracias más avanzadas y plenas; Freedom House lo clasifica como un “país libre” y la Fundación Aternativas le otorga 6,4 sobre 10 en calidad democrática, la nota más alta en los últimos 15 años.

¿A qué se debe entonces tanta sobreactuación y catastrofismo?

Para quienes no estén muy al tanto, España tiene una monarquía parlamentaria. No hay elección directa del Presidente. Los ciudadanos votan a las listas propuestas por los partidos políticos, esos votos se traducen en escaños y son los congresistas quienes votan en el Congreso para elegir al presidente, no aquel que obtuvo más escaños (a menos que obtenga la mayoría absoluta), sino el que reúna más apoyos, de su partido y de otros, para su investidura. Eso lo sabe el Partido Popular (PP) porque en las últimas elecciones locales y autonómicas del pasado 28 de mayo, en Canarias y Extremadura el Partido Socialista fue el más votado y sin embargo no gobierna, porque, legítimamente, el PP forjó coaliciones que sumaron más escaños. No obstante, le exige al PSOE que no sigan su ejemplo y renuncie a formar alianzas que le permitan alcanzar la presidencia.

El Partido Popular fue el más votado en las últimas elecciones y trató de formar gobierno, pero no consiguió los apoyos suficientes, dado que su compañero de baile, con el cual ya gobierna en varias comunidades autónomas, es Vox, un partido de extrema derecha que niega la violencia de género, el cambio climático, está contra la inmigración, contra los derechos a la comunidad LGTBI, contra la ley de muerte digna, contra la recuperación de la memoria histórica que permitirá a los descendientes de los asesinados durante el franquismo conocer el destino de sus restos, y Vox, además, lleva en su programa la eliminación de las comunidades autónomas y la recentralización del país (algo que es inconstitucional), así como perseguir y prohibir cualquier partido político que, desde su perspectiva, sea “contrario a España”, del mismo modo que el gobierno cubano considera un “ataque a Cuba” cualquier crítica a ellos. Obviamente, la inmensa mayoría de los partidos políticos con representación en la Cámara no habrían votado jamás a un candidato que se apoyara en estos señores. Y menos los partidos nacionalistas. La investidura fue, por tanto, fallida.

Le toca entonces el turno al presidente del segundo partido más votado, Pedro Sánchez, del PSOE, pero él tampoco cuenta con los apoyos suficientes y ya ha negociado la coalición con Sumar, más a su izquierda, y el apoyo de los partidos nacionalistas vascos y catalanes. Pero estos apoyos no son, desde luego, gratuitos. Nunca lo han sido. Varios presidentes anteriores han tenido que pactar concesiones a cambio de votos, y más aun tras la fragmentación del espacio político a costa del bipartidismo. ¿De qué concesiones hablamos ahora?

En el caso de Sumar, se trata de políticas laborales y de vivienda más a la izquierda de lo habitual en el PSOE. Pero lo que está centrando los discursos más beligerantes son las concesiones a los partidos nacionalistas catalanes: Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, en particular a esta última, dado que su líder, Carles Carles Puigdemont, permanece huido de la justicia española desde 2017. Y ahí tenemos que hacer un poco de historia.

Alcalde de Gerona entre 2011 y 2016, Carles Puigdemont se convirtió en presidente de la Generalitat de Cataluña por carambola tras las elecciones autonómicas de 2015, cuando Unidad Popular decidió impedir una nueva investidura de Artur Mas y echaron mano de este alcalde como un comodín temporal. Empujado por las fuerzas independentistas más beligerantes, impulsó la celebración de un referéndum de independencia de Cataluña el 1 de octubre de 2017, algo proscrito por la Constitución Española. El día 27 de octubre, ante la inminente acción del Estado español –desarticulación temporal del gobierno catalán mediante el artículo 155–, Carles Puigdemont estaba dispuesto a convocar nuevas elecciones autonómicas pero, dada la presión del independentismo hiperventilado declaró unilateralmente la República catalana. La más breve de la historia universal. Duró ocho segundos. (La de Lluís Companys en 1934 duró 10 horas, lo que tardó el Ejército español en entrar a detenerlo). A los ocho segundos, en el mismo discurso, dijo que se posponía unas semanas, pero no dijo cuántas, y huyó en el maletero de un coche. Hasta hoy. Por el contrario que otros dirigentes independentistas, que afrontaron las penas de cárcel por rebelión, sedición y malversación de caudales públicos y fueron indultados posteriormente. Desde entonces Puigdemont reside en Waterloo, Bélgica. Sí. El mismo Waterloo de Napoleón. Es diputado al Parlamento Europeo y dirige desde allí una nueva organización política, Junts per Catalunya, que en las últimas elecciones generales consiguió siete diputados.

El PSOE está dispuesto a conceder una amnistía a todos los implicados en el proceso independentista, más otras concesiones menores como una quita de la deuda de Cataluña por el parón económico de la pandemia, que se haría extensiva a otras comunidades autónomas, y el traspaso parcial de los trenes de cercanías. El Partido Socialista argumenta que después de seis años, una amnistía sacará de la esfera judicial y retornará a la política un conflicto político, y consolidará el clima de convivencia en Cataluña, en parte ya conseguida con los indultos a los políticos encarcelados. ¿Es cierto o no? Si esto contribuye a retornar el clima político de Cataluña a los cauces anteriores a 2017, como permite suponer el hecho de que gracias a la distensión ya hoy menos de la mitad de los catalanes están a favor de la independencia, sería cierto. ¿Lo hacen por esta causa? En tal caso, no lo harían ahora, cuando necesitan los votos de los partidos independentistas para la investidura. Lo habían hecho antes.

Aunque todavía no se conocen los detalles de la ley, la derecha se ha movilizado contra una amnistía que califican de traición a España. ¿Es cierto o no? Si se habla de una traición a España, es que no se considera a Cataluña como parte de España. O que se considera a “su” España la única posible. Y si esta amnistía es una traición por perdonar delitos políticos, habría que considerar traiciones también la amnistía de 1977 que libró de culpas a los asesinos de la etapa franquista. Y sería una traición la amnistía fiscal decretada por el gobierno de Mariano Rajoy, que eximió de culpas a grandes fortunas que habían defraudado sistemáticamente a Hacienda, es decir, a todos los españoles. ¿Lo hacen por esta causa? Está claro que si el acuerdo con los independentistas prospera, habrá investidura y España tendrá un gobierno de izquierdas durante los próximos cuatro años. En cambio, si la presión consigue que ese acuerdo descarrile, habrá que repetir elecciones en enero, a las que llegará el PSOE dañado por el ruido mediático, dado que al estar negociando con discreción no puede contrarrestar la algarada callejera de la derecha. Una nueva oportunidad para el Partido Popular.

Factor común: alcanzar el poder. ¿Para qué? Según Pedro Sánchez, para evitar un gobierno de la derecha y la ultraderecha que retrotraería a España a tiempos oscuros, y garantizar un gobierno que dé continuidad al programa progresista de los últimos años. Según Alberto Núñez Feijoo, candidato por el PP, para “derogar el sanchismo” y evitar que España se rompa por la acción conjunta de etarras, secesionistas, y perversos bolivarianos. Ninguno de los dos aspira a disfrutar de aquello que Fidel Castro llamó “las mieles del poder” cuando se refería a otros, porque el suyo era todo sacrificio y entrega. Del mismo modo, ni Sánchez ni Núñez Feijoo aspiran a ocupar la vivienda más deseada de España, el palacio de la Moncloa, por razones personales o inmobiliarias. Ambos están dispuestos a sacrificarse por nosotros.





Soltar al tigre

31 03 2024

Cubaencuentro.com 24/11/2023

https://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/soltar-al-tigre-343271

“Freiheit ist immer die Freiheit des Andersdenkenden” (“La libertad siempre ha sido y es la libertad para aquellos que piensen diferente”), escribió la socialdemócrata Rosa Luxemburgo en 1916. En una entrevista de 1920, Fernando de los Ríos, diputado del Partido Socialista Obrero Español, preguntó al bolchevique V. I. Lenin cuándo disfrutarían de libertad los ciudadanos soviéticos, a lo que éste respondió “¿Libertad para qué?”.

Quienes tenemos la suerte de vivir en libertad sabemos para qué: para todo. Para ser quienes somos y no quienes otros desean que seamos. Para pensar, opinar, amar y soñar en conciencia. Para creer (o no) en dioses, próceres, éticas y estéticas. Para expresar con total libertad esas opiniones y asociarnos (o no) en consonancia. Tenemos claro que nos asiste el derecho y la obligación de defender esa libertad. Pero no siempre tenemos claro que, con el mismo énfasis, debemos defender la libertad del otro, del que piensa diferente.

Eso lo saben perfectamente todas las dictaduras, por eso no es casual que una de las primeras medidas de Fidel Castro fuera intervenir todos los medios de prensa. Se establecía así que todo ciudadano era libre de pensar lo que quisiera, siempre y cuando no lo pronunciara. El triunfo del monólogo interior. O que desde los nazis hasta Pinochet incineraran montañas de libros. Un procedimiento que traspasa continentes e ideologías: desde los regímenes comunistas, hasta los ayatolas, los terroristas de ISIS y los talibanes, o las dictaduras de diverso pelaje en todo el mundo. Ya lo sabía Ray Bradbury en Fahrenheit 451.

Pero la libertad no es un don irrevocable que se nos ha concedido para siempre. Si no la defendemos cada día, o si asumimos que mi libertad puede prescindir de la libertad del otro, nada me garantiza que mañana ese otro se sienta tentado a prescindir de la mía.

Occidente ha sido, sin dudas, el espacio que mayores libertades ha disfrutado en este planeta y durante más tiempo. Se lo debemos a la democracia, un sistema político en el cual mi adversario tiene el mismo derecho a existir que yo, siempre y cuando no intente quebrantar mediante la violencia el orden constitucional. Eso impone la convivencia que, según la RAE, es “vivir en compañía de otro u otros”, “coexistir en armonía”. Sin embargo, estamos observando en muchos países la quiebra de esa convivencia. La descalificación del adversario tildándolo de traidor, tramposo, enemigo de la nación, mentiroso, delincuente… Y si eso no diera resultado, se echa mano de las fake news: la señora Hillary Clinton regenta un negocio de pornografía infantil en la trastienda de una pizzería; la esposa de Pedro Sánchez es en realidad un hombre travestido y trafica mariguana desde Marruecos, y Obama nació en África. Los esbirros cubanos son dignos herederos del KGB en esos ejercicios de infamia. No hacen falta pruebas y en caso de que el emisor sea condenado por difamación, hace una colecta entre sus fans para que paguen la multa. Y da resultado. La mentira es más poderosa que la ley. Más poderosa que la razón. Algunos independentistas catalanes insisten en creer que, libres de España, serían tan ricos como Dinamarca, que permanecerían automáticamente en la Unión Europea y que conservarían su pasaporte español. No se explican por qué muchas compañías catalanas emblemáticas se dieron a la fuga. (El dinero es incrédulo). Los ingleses que votaron a favor del brexit que iba a hacer de Gran Bretaña el país más rico y feliz del mundo una vez librado de la tiranía de Bruselas, descubren ahora que el camión con sus verduras está retenido en la frontera, que los precios se han desbocado, el crecimiento económico es la mitad de la media europea y que su médico y su enfermera regresaron a España.

Aquí estamos viviendo una campaña electoral permanente desde principios de año. Una vez constituido el gobierno, podría pensarse que la campaña ha terminado, pero no es así. Noche tras noche, transmitidas en vivo por la televisión, hemos visto las manifestaciones ante la sede de Ferraz: jóvenes y orgullosos neonazis a cara descubierta o embozados, muchos con antecedentes penales; falangistas de antes y de ahora; nostálgicos franquistas de ayer y jóvenes promesas que sólo han conocido al caudillo por las historias de sus abuelitos antes de acostarse. Monárquicos anti felipistas. Desokupas. Hooligans. “Guardias Grises” y “Jemeres azules”. “Gente de bien”, dice la oposición. Gritan los eslóganes más soeces y agitan los emblemas más esperpénticos: banderas de los tercios;  muñecas inflables con los nombres de las ministras; banderas mutiladas de escudo en repudio del rey Felipe IV por no cabalgar con Abascal y Santiago Apóstol en su caballo blanco y exterminar a los rojos; cánticos xenófobos y homófobos. Y verdaderos contrasentidos: acusaciones de golpista al presidente Sánchez, democráticamente electo por una mayoría parlamentaria, mientras corean “Franco Franco Franco”, al que en 1936 tampoco le gustó que los republicanos ganaran las elecciones. Eso reforzado por otro slogan genial: «Aquí hace falta un Tejero, pero de los de verdad». Es decir, hace falta un coronel como Tejero, que en 1982 tomó el Congreso e intentó un golpe de Estado, y no golpistas de mentiritas como Sánchez.

Alguien me dirá, y seguramente con razón, que se trata de una minoría de exaltados que no representan a la oposición legal y democrática. Que las verdaderamente representativas son las manifestaciones pacíficas convocadas por el Partido Popular. Y estamos de acuerdo. Pero el hecho de que esos exaltados cuenten con la aprobación o al menos la disculpa de partidos con representación parlamentaria; que la presidenta de una comunidad autónoma clame contra esta “dictadura” y llame a derrocarla, que un político en ejercicio llame al magnicidio, explica que los ultra se sientan legitimados para quebrar la convivencia mediante acciones violentas. Por si fuera poco, un grupo de militares jubilados, alguno de los cuales pidió hace cierto tiempo una limpieza social “aunque tengamos que fusilar a 26 millones de españoles”, ha publicado recientemente una carta abierta al ejército instándolo a que deponga al Presidente. Son unos viejos militares sin poder, nostálgicos del franquismo, dirá alguno. Y tiene razón. Lo preocupante es que el clima de beligerancia permanente, insulto y descalificación los envalentonen hasta incurrir en un delito.

La acritud ha llegado al punto de perder las más elementales normas institucionales. Es habitual que el presidente del partido más votado sea felicitado por su oponente en la noche electoral. No ocurrió. Y que el presidente electo por los votos del Congreso sea felicitado por el jefe de la oposición. Tampoco. En su lugar, Núñez Feijóo se acercó al presidente Sánchez en el hemiciclo para decirle “Es un error”. ¿Un error de quién? ¿De Sánchez que ganó la votación? ¿De los partidos con representación parlamentaria que votaron a su favor en nombre de sus electores? ¿De los españoles que votaron a esos partidos? No es un error. Se llama democracia. Y en el traspaso de carteras ministeriales hemos visto el bochornoso espectáculo de dos ministras de Podemos que no repetían en sus cargos, arremeter contra el gobierno del cual todavía forman parte, acusándolo de destruirlas por su espléndido trabajo y sus grandes virtudes, cuando en realidad es consecuencia de sus persistentes errores, su nula autocrítica y su deslealtad institucional.

Lo peor es cuando la intolerancia se infiltra hasta la vida cotidiana: padres, hijos, hermanos, familias cubanas fracturadas durante años por el odio entre los pro y los contras; mi abuela ocultando a sus hijos que se quedaron las cartas de sus hijos que se fueron, los innombrables; la familia catalana que celebra la Nochebuena hablando del tiempo y misceláneas para evitar el tema de la independencia; trumpistas y anti trumpistas incapaces de compartir el pavo de Thanksgiving.

Aunque lo más interesante es constatar en las redes sociales las ácidas críticas de los grupos ultra no sólo a sus “enemigos naturales” sino a sus patrocinadores por acción u omisión, a quienes tildan de blandos, cobardes y cómplices. En las olimpiadas del fundamentalismo siempre hay un extremista más radical. Ese es el peligro de soltar al tigre. Nunca sabrás a quien morderá primero.





Javier Bardem: la desmemoria selectiva

8 08 2014

A propósito de la nueva guerra entre judíos y palestinos, el actor español Javier Bardem ha realizado una declaración (http://www.vanitatis.elconfidencial.com/noticias/2014-07-25/carta-abierta-de-javier-bardem-contra-el-genocidio-de-israel-en-gaza_168080/) donde subraya que ante el horror de lo que ocurre en Gaza “NO cabe la equidistancia ni la neutralidad”. Y lo cumple: NO es equidistante ni neutral. Su opinión es tendenciosa, parcial y, por tanto, falsea los hechos.

Ante todo, afirma que esta es “una guerra de ocupación y de exterminio contra un pueblo sin medios, confinado en un territorio mínimo, sin agua y donde hospitales, ambulancias y niños son blancos y presuntos terroristas”. Pero no explica por qué se ha producido esta ocupación.

Ciertamente, Gaza es un territorio mínimo, donde la población dispone de escasos recursos. El 80% de sus habitantes viven de las ayudas que distribuye Hammas, organización que teje así su red de clientelismo. El clientelismo de la supervivencia, pariente pobre del clientelismo mediante el cual los políticos españoles de izquierdas y derechas han convertido la cosa pública en la Cosa Nostra.

En el comunicado de Bardem no aparece ni una sola mención al lanzamiento de cohetes por parte de Hammas contra Israel que, si no han hecho más daño, no es por falta de intención, sino de tecnología. Los objetivos de los israelíes no son ni las ambulancias ni las mujeres ni los niños, sino las bases de misiles que Hammas protege mediante un camuflaje singular: mujeres, niños, escuelas, hospitales. Pero Bardem o no se ha enterado o no se da por enterado, que es peor. Ni una palabra de su declaración condena esta conducta. Es criminal el ejército judío que protege a sus ciudadanos mediante un sofisticado sistema de intercepción. No es condenable quien se esconde bajo los cuerpos indefensos de su propio pueblo. Y existe en esto un contrasentido: el ejército israelí, tecnológicamente avanzado, es capaz de interceptar casi todos los misiles enemigos. Sin embargo, sólo asesina en Gaza a mujeres y niños. O tiene muy mala puntería, o los dirigentes de Hammas y su armamento se esconden tras sus propios civiles indefensos. Algo compatible con el profundo desprecio que la cultura islámica dispensa a sus mujeres.

Bardem se dice “indignado, avergonzado y dolido por tanta injusticia y asesinato de seres humanos”. Critica la vergonzosa parcialidad de Estados Unidos y la Unión Europea que él solo se explica por oscuros intereses económicos. Y antes que le consideren antisemita (lo cual es irrentable si desarrollas tu carrera profesional en Hollywood) afirma algo que todos sabemos: “ser judío no es sinónimo de apoyar esta masacre, igual que ser hebreo no es lo mismo que ser sionista, y ser palestino no es ser un terrorista de Hammas”. Única referencia a Hammas en su declaración.

Toda su indignación se dirige al ejército israelí. Al parecer, el actor estuvo revisando guiones y no leyó ni una sola noticia sobre la lluvia de cohetes contra territorio israelí. No critica ningún secuestro y asesinato de ciudadanos israelíes, y mucho menos se ha enterado de que Hammas insta a sus propios ciudadanos a permanecer en sus casas, escudos humanos, tal como reconoce Antonio Zubillaga, encargado de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Gaza (http://www.abc.es/internacional/20140715/abci-entrevista-palestina-201407142213.html), quien dista mucho de ser un publicista judío.

Es la misma desmemoria selectiva que padeció el actor respecto a Cuba hasta que en 2001 encarnó al escritor Reinaldo Arenas en Before night falls. Entonces afirmó que «teníamos una visión demasiado romántica del régimen de Castro…”. Recordó a su tío preso en las cárceles franquistas y a su madre comunista. “Fui educado en esas ideas, pero es más fácil ser comunista en España cuando se tiene confort y libertad que serlo bajo un régimen tan totalitario como el de Cuba», admitió (http://www.emol.com/noticias/magazine/2001/06/12/57343/javier-bardem-atribuye-a-cuba-el-cambio-su-vida.html).

Años después tuvo una recaída de Alzheimer selectivo: en una entrevista concedida en Cuba al diario Granma en diciembre de 2007, proclamó que José María Aznar, Tony Blair y George Bush deberían ser juzgados por crímenes de guerra, pero olvidó incluir en la demanda a los represores de millones de ciudadanos cubanos, entre ellos el personaje que él mismo encarnó seis años atrás.

En el comunicado que ahora nos entrega, antes que le disparen, Bardem intenta esquivar las balas de quienes “deslegitimarán mi derecho a la opinión con temas personales”. Reconoce que trabaja en Estados Unidos, “donde tengo amigos y conocidos hebreos que rechazan tales intervenciones y políticas de agresión”. Y que su hijo “nació en un hospital judío porque tengo gente muy querida y cercana que es judía”. En realidad, no trabaja en el país porque amigos y conocidos hebreos rechacen las intervenciones israelíes, sino porque a veces puede hacer excelentes películas e, invariablemente, le pagan mejor, lo cual es perfectamente legítimo (y más confortable), aunque menos compatible con la retórica autorizada por el manual de estilo de la izquierda. Tampoco su hijo nació en un hospital judío porque tenga “gente muy querida y cercana que es judía”. Su esposa parió en el mismo hospital que Salma Hayek, Gwen Stefani, Jessica Alba y Halle Berry, el Cedars-Sinai, un exclusivo centro médico privado de Beverly Hills con prestaciones de hotel cinco estrellas y la mejor atención médica que se puede conseguir con dinero. El actor podrá tener saharauis, palestinos o cubanos muy queridos y cercanos, pero no se le ocurrió llevar a su mujer a un obstetra bereber, a un hospital de Gaza o a Maternidad de Línea. No confundir retórica con estupidez.

Toda muerte de inocentes es lamentable, la perpetre quien la perpetre, y los civiles de Gaza no son la excepción. Ciertamente, son las balas israelíes las que asesinan a esos civiles, y eso es condenable, pero quienes los colocan como tiro al blanco en la línea de fuego son sus propios líderes, y eso es perverso. La comunidad internacional está en la obligación de proponer e imponer un alto al fuego inmediato y convertir Gaza en zona desmilitarizada.

Hay algo en lo que sí estoy plenamente de acuerdo con el actor, y es “que aquellos israelíes y palestinos que sólo sueñan con paz y convivencia puedan un día compartir su solución”, pero eso pasa por que la comunidad internacional rechace con el mismo énfasis los desmanes de los fundamentalistas de ambos bandos, por que se condene todo atentado contra los derechos humanos sin importar quién los cometa, y por que despierten la misma indignación tanto los verdugos de pueblos ajenos como los verdugos de sus propios pueblos.





Libro de estilo

12 06 2012

La última reflexión de Fidel Castro, “Conductas que no se olvidan”, me recuerda un chiste que me hicieron dos rusos en Moscú a mediados de los años 80. Erich Honecker sale del Kremlim, donde acaba de tener una larga entrevista con Leonid Brezhniev, y le dice a su chofer: “A Berlín”. “Usted querrá decir hacia el aeropuerto, ¿no?”. “A Berlín”, repite Honecker. “¿Por carretera?”, pregunta el chofer. “Por carretera”, corrobora el mandatario alemán. Y comienzan el largo viaje hacia el oeste. Entonces Erich Honecker pide al chofer que se detenga, baja del vehículo, recoge algunas piedras y las echa al maletero. “Continúe”, ordena. Y empieza a hacer lo mismo cada diez kilómetros. Alarmado, el chofer se comunica con Leonid Brezhniev en Moscú y le dice: “Camarada Brezhniev, el camarada Honecker ha enloquecido”.  Y le describe la recogida de piedras cada diez kilómetros. Brezhniev consulta a sus asesores y ordena al chofer: “Regresa al Kremlim de inmediato. Ha habido un error. Le hemos instalado a Honecker el programa del Lunajod”.

A pesar de aquella famosa foto de Leonid y Erich pegándose un apasionado beso en la boca (presuntamente con lengua) en 1979, y que inspiraría el mural “Brotherhood Kiss”, de Dmitri Vrubel, sobre el muro de Berlín, Honecker no fue un simple recadero. Cientos de asesinatos y miles de disidentes torturados engrosaron su hoja de servicios.

En su última reflexión, “Conductas que no se olvidan”, el expresidente cubano califica a Erich Honecker como “El alemán más revolucionario que he conocido” y le dedica “el sentimiento más profundo de solidaridad”. En ella señala que le “correspondió el privilegio de observar su conducta cuando este pagaba amargamente la deuda contraída por aquel que vendió su alma al diablo por unas pocas líneas de Vodka”. Suponemos que el “vendido” es Mijaíl Gorbachov, aunque lejos de ser un adicto al vodka, como su sucesor, intentó limitar en la URSS su consumo, algo que no incrementó su popularidad.

Como es habitual, Castro evade el hecho de que “El alemán más revolucionario” fue depuesto por sus propios compañeros del Politburó. Tras huir a la URSS, pedir asilo en la embajada chilena de Moscú y ser extraditado a Berlín, fue encarcelado y procesado por alta traición, por el asesinato de 192 personas que intentaron cruzar el muro durante su mandato,  y la tortura y muerte de miles de disidentes.

Pero lo más interesante de esta reflexión no es su contenido, sus elusiones o sus dislates, como afirmar que la época actual  “es infinitamente cambiante, si se compara con cualquier otra anterior”. Lo más interesante es su extensión: 81 palabras, 497 caracteres incluyendo fecha, hora y firma.

Y no es una casualidad, sino un cambio radical en el libro de estilo del Reflexivo en Jefe. El post “Teófilo Stevenson”, del 12 de junio, tiene 68 palabras, 422 caracteres. “Días insólitos”, del 9 Junio, tiene 974 palabras, 5.842 caracteres, aunque de ellos, sólo son (presuntamente) suyos 713 caracteres, 130 palabras. El resto es una larguísima cita, un ejercicio de corta y pega que demuestra más habilidad con el ratón que con las neuronas.

Uno de sus post más recientes, del 10 de junio, “¿Qué son los FC?”, se reduce a 420 caracteres, 68 palabras all included. En él confiesa que los FC son sus recaditos a “los funcionarios cubanos responsabilizados con la producción de alimentos esenciales para la vida de nuestro pueblo” con los que intenta transmitirles sus “modestos conocimientos adquiridos durante largos años y [que] considero útiles”. Algo tan contraproducente como unas instrucciones para conquistar el Polo Sur escritas por Robert Falcon Scott, o un manual de guerra en las Malvinas a cargo del Teniente General Leopoldo Galtieri. Confío en que dichos funcionarios no le hagan demasiado caso, considerando que entre sus más sonadas FC se encuentran el Cordón de La Habana, el Plan Lechero, la Brigada Invasora que defolió la isla y la convirtió en el mayor productor de marabú del mundo, la Zafra de los Diez Millones y Ubre Blanca, cuyo resultado final ha sido el sistema de racionamiento y la crisis alimentaria más larga de que se tienen noticias.

En sus reflexiones de fines de la década pasada, Castro solía extenderse unas 1.500 palabras. De 9.484 caracteres consta la del 28 de marzo de 2007, donde dicta una de sus primeras FC prohibiendo la producción de etanol, para no dedicar a combustibles tierras que presuntamente se destinarían a alimentar a la población. Al final, ni lo uno ni lo otro. Eso por no remontarnos a sus discursos de siete, ocho y hasta diez horas, empeñado en convertirse en el político insular que más palabras ha dejado caer sobre los cubanos desde Hatuey a la fecha.

Es como si Ryoki Inoue, el escritor brasileño de origen japonés que ha publicado 1.072 novelas, se convirtiera de pronto en Augusto Monterroso. Por eso no deja de ser sospechoso que este Ryoki Inoue de la política se recluya en algunas decenas de palabras.

Desde hace mucho se habla de los frecuentes “apagones” mentales del Castro mayor, interrumpidos por chispazos de algo semejante a la lucidez. Todos recordamos la entrevista que le hizo Randy Alonso, quien apenas asentía con la cabeza mientras el comandante enhebraba sin ton ni son bombas atómicas, guerras mundiales, petróleo, arcabuces y tropas de la OTAN, en una especie de wikipedia aleatoria. O la entrevista a propósito del hundimiento del barco sudcoreano, que bien podría servir como material de estudio en las facultades de Medicina sobre los efectos del Alzheimer. Y en las escuelas de Marketing sobre lo que ocurre cuando alguien intenta llevar su adicción a las cámaras más allá de lo aconsejable.

Conociendo la naturaleza del personaje, es fácil suponer que ninguno de sus cortesanos, amanuenses y edecanes se atreviera a publicar una reflexión que no fuera explícitamente aprobada por él. Lo que no significa que las escribiera. Bastaría indicar las citas citables y dictar las líneas maestras. Otros se encargarían de la redacción siguiendo el libro de estilo y al final el autor daría su visto bueno. Pero para convalidar la autoría de sus reflexiones, el comandante necesitaría una dosis mínima de “alumbrones”.

Los textos que ahora nos obsequia más parecen desvaríos momentáneos, bisbiseos alucinados, que ejercicios intelectuales. ¿Un accidente temporal? ¿Un apagón de largo alcance? Ya veremos qué nos regala Cubadebate en los próximos días.

No creo en la justicia divina. Hasta donde alcanzo, los mirahuecos no son automáticamente sancionados con la ceguera, ni los maltratadores, con la parálisis. Pero no deja de ser una forma de justicia poética privar de la palabra a quien ha abusado de ella (y de nosotros) durante medio siglo.

 

“Libro de estilo”; Madrid, 12/06/2012





Suspensión gravitatoria

28 05 2012

En estas mismas páginas, a propósito de un artículo de Haroldo Dilla, leí por primera vez, en el comentario de un lector, la frase “suspensión gravitatoria”. Según él, en la isla, “cuando un edificio está apuntalado, a punto de caerse, y no se cae, pero tampoco es restaurado ni demolido a tiempo”, los profesionales lo califican como un edificio en “suspensión gravitatoria”. La frase es un hallazgo de la lengua vernácula, equiparable al “faltante” en las tiendas, al “período especial en tiempo de paz”, “el compañero que nos atiende” para referirse al seguroso de turno, el “picadillo enriquecido”; el “tumbacuellos” y el “saltapatrás” en la sección etílica, o la inconmensurable dilatación semántica de la palabra “resolver”, entre otras muchas que no han recibido la debida atención por la Real Academia de la Lengua.

Buscando en la red si la expresión tenía otros usos que no fuera la tipología de edificios apuntalados, di con el anuncio de un ajustador “inteligente” que, según los publicistas, está “confeccionado con materiales que siguen los principios de diseño de suspensión gravitatoria en la NASA”. Ignoro cómo se practica a la lencería un test de inteligencia, pero, según mi experiencia, los ajustadores son bastante lerdos, por el contrario que algunas tetas, tan listas y elocuentes que en un par de segundos, con argumentos inapelables, convencen a cualquiera. Y convencer a un cubano por la vía rápida no es hazaña menor.

La relación entre la NASA, los fabricantes de ajustadores y el gobierno cubano no es tan peregrina como algunos creen. El propósito de la NASA es mantener la presencia del hombre en el espacio, y el de los fabricantes de sujetadores, levantar de su letargo a las caídas en combate, disimular los efectos de la gravedad y el tiempo. El gobierno cubano conjuga ambos propósitos: mientras intenta mantener a los cubanos en el limbo, se empeña en una operación de alta cosmética para que la decrépita señora revolución parezca lozana. Aunque después que toda la nomenklatura haya mamado de sus pechos durante medio siglo, no hay sostén, por muy inteligente que sea, que mantenga la compostura.

Si hay algo semejante a la “suspensión gravitatoria” sería la levitación, tan recurrida en las mitologías, incluso en la castrista, que en los últimos dos decenios ha insistido en flotar por encima de la historia. Saben que la levitación electrostática es imposible, dado el dubitativo suministro eléctrico. Tampoco la levitación magnética, o suspensión electromagnética, aplicada en algunos trenes de tecnología punta. Han apelado recurrentemente a la levitación aerodinámica, gracias a la corriente ascendente de la beneficencia chavista, para evitar estrellarse contra el suelo por el vendaval de la historia. Y la levitación óptica es apenas un acto de ilusionismo para seducir a cierta progresía boba que aún cree en el cuento de la Caperucita Roja y el Lobo Feroz. Como bien saben los lectores de ciencia-ficción, la antigravedad, aprovechando las lagunas en la teoría cuántica de la gravitación universal, es sólo un combustible literario de naves alienígenas.

El Castro mayor intentó durante decenios mantenernos en estado de levitación acústica, caminando hacia el futuro luminoso sobre una alfombra mágica de discursos, y esa levitación retórica es la que intenta, con menos poder de convocatoria, la junta militar que gobierna la Isla (no se dejen engañar por las guayaberas, los generales conservan sus grados y condecoraciones, aunque para disimular los lleven prendidos de los calzoncillos).

Pero algo ha cambiado. El Orador en Jefe confiaba en la inmanencia de sus palabras, mientras el generalato ha comprendido que las palabras, como cualquier producto de estación, son perecederas. Previendo la caducidad de la retórica, empiezan a permitir a los ciudadanos buscarse por su cuenta otros complementos alimentarios. En caso contrario, la feliz conversión de los defensores de la Patria en sus propietarios, podría ser enturbiada por la gritería del personal.

En cualquier caso, la “suspensión gravitatoria”, “cuando un edificio está apuntalado, a punto de caerse, y no se cae, pero tampoco es restaurado ni demolido a tiempo”, es una definición pavorosamente exacta de un país que ha intentado durante el último cuarto de siglo mantenerse de puntillas sobre la corriente de la historia sin mojarse los pies.

 

 

“Suspensión gravitatoria”; en: Cubaencuentro, Madrid, 28/05/2012. http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/suspension-gravitatoria-277114





Carné de héroe

1 02 2012

Velkan Ionescu ha adquirido en condiciones ventajosas una casa de 420 metros cuadrados en la ciudad. Viaja sin coste en los transportes públicos, no paga por los medicamentos que consume, disfruta exenciones de impuestos y podrá jubilarse cinco años antes que sus compatriotas. Velkan Ionescu tiene el carné de héroe por haber participado en las revueltas de 1989 que, al costo de mil muertos, acabó con la dictadura de Nocolae Ceaucescu.

La Ley de Agradecimiento aprobada en 2004 en Rumanía para compensar a los héroes de aquellos enfrentamientos y a las familias de quienes perdieron la vida, estableció un carné que otorga a sus poseedores no pocas ventajas. En un país con enormes diferencias retributivas e injusticia social, casi todo se puede comprar, incluso el carné de héroe que hoy disfrutan unos 20.000 rumanos entre los cuales se distribuyen unos cien millones de euros anuales. Si esa hubiera sido la cantidad real de opositores, Ceaucescu no hubiera durado una semana.

No es raro, entonces, que Velkan Ionescu fuese un anticomunista precoz que, a los cinco años de edad (nació en 1984), se enfrentó a los milicianos de los cuerpos de seguridad y a los francotiradores que masacraron la manifestación frente a la casa del sacerdote Lazlo Tökes, en Timisoara. Aunque su mayor mérito “revolucionario” es ser sobrino de un importante capo del sindicato de estafadores que desde la administración y gracias a jugosos contactos políticos, lava expedientes, crea pedigrís heroicos y convierte a convictos por asesinato en paladines de la libertad. Comenzando por antiguos mandos de la temida policía política que se han reconvertido en demócratas anticomunistas y libertarios gracias a que poseen información que podría comprometer las carreras de algunos flamantes políticos rumanos con una larga hoja de servicios al antiguo régimen.

Como todos los regímenes de esa naturaleza, el de Ceucescu intentó, de grado o por fuerza, conseguir la complicidad de la mayor parte de sus ciudadanos (“pínchalo, pínchalo, aquí todo el mundo tiene que pincharlo”, aquella frase memorable de El hombre de Maisinicú), por lo que no es raro que de los 23 millones de rumanos, unos 700.000 colaboraran con la policía política. De los restantes se exigía, cuando menos, el silencio, la complicidad light. Así, cuando Ion Illescu tomó el poder en 1990, repartió certificados de revolucionarios, como quien reparte indulgencias, entre numerosos esbirros y chivatos. Aunque dejó el poder en 1996, conservó su escaño en el Senado, es decir, su seguro de impunidad a todo riesgo, hasta 2008.

Quizás por eso, como afirma Radu Filipescu, quien fue opositor a Ceaucescu, sufrió prisión y ahora encabeza una campaña para acabar con los privilegios, para el pueblo rumano los únicos revolucionarios auténticos son los muertos, los heridos y los que no tienen carné.

En 1959, con el triunfo de los nuevos héroes, comenzó en Cuba el reparto de privilegios. Discrecional, sin necesidad de una Ley de Agradecimiento ni de un carné de héroe, dado que institucionalizar los privilegios habría sido incompatible con la teoría de que aquellos hombres y mujeres habían arriesgado sus vidas en beneficio de la patria y no de ellos mismos (lo cual es cierto en la mayor parte de los casos), y habría obligado a un reparto más equitativo del botín que, al final, se distribuyó entre un selecto grupo de combatientes, una antología de héroes que, en la práctica, no fueron premiados por su valentía sino por su obediencia a toda prueba.

La cubana fue la primera revolución televisiva. Fidel Castro empleó profusamente el nuevo medio de comunicación, no sólo para seducir con su discurso a la población cubana, sino para crear una imagen que perduraría durante decenios en el imaginario de la izquierda. Un culto estalinista a la personalidad que abrumara de estatuas a los cubanos habría dañado esa operación de marketing, de modo que ese culto ha sido en Cuba igualmente absoluto, pero dejando mínimas evidencias. Del mismo modo, un reparto explícito del botín, en un continente donde todos los dictadores lo hacen, habría sido contraproducente, como admitió el propio Fidel Castro en 1973.

Varios estudiantes de la Universidad de Oriente eran por entonces compañeros y amigos del hijo del comandante Guillermo García, a la sazón capo provincial. Tras acudir varias veces a casa de su compañero, los estudiantes denunciaron los privilegios que se disfrutaban en esa casa, en contraste con el discurso oficial que blasonaba de igualdad e instaba al sacrificio. El propio Fidel Castro insistió en reunirse con los estudiantes en asamblea y tras pulverizarlos con un discurso sin derecho a réplica, concluyó que el mayor error del comandante Guillermo García no era disponer de bienes o recursos que el resto de los cubanos ni soñaba, sino permitir la entrada en su casa de esos estudiantes traicioneros y malagradecidos.

A menos que sea políticamente recomendable para mover el tablero de la política doméstica, la corrupción, el cohecho, el nepotismo, la malversación y el abuso de poder son siempre menos graves que su divulgación. Y eso no es una enfermedad tardía del totalitarismo cubano.

En 1959 el viejo Partido Socialista Popular nombró auditor del recién creado Ministerio del Interior a un tío abuelo mío. Su primera tarea fue inventariar los bienes del ministerio, entre ellos los bienes incautados a los jerarcas del batistato. Más tarde, fue comprobando personalmente las existencias. Una vez concluido el trabajo, solicitó una entrevista al ministro, a quien se quejó. Cientos de casas, automóviles, equipos de aire acondicionado y mobiliarios completos habían sido usurpados para su propio beneficio por los oficiales. Y le entregó una lista detallada de esos deslizamientos de la cosa pública a la cosa nostra. El ministro echó un vistazo a la lista y, en pocas palabras, le ofreció una lección magistral sobre los conceptos de Inversión, Riesgo, Dividendos y Ganancia. Según él, quienes habían invertido en la guerra sus vidas, a riesgo de perderlas, tenían derecho a obtener más dividendos de la victoria que quienes conservaron a buen recaudo ese capital. Sin inversión, no hay riesgo, y sin riesgo, no hay ganancia. Esa tarde, mi tío abuelo descubrió un Karl Marx ventrílocuo. La voz que salía de sus labios cerrados era la de Milton Friedman. Había intentado hacer justicia, aun cuando no fuera políticamente correcta, y le ajusticiaron el resto de su existencia. Hasta entonces, él era un místico de la revolución proletaria y ya se sabe que los místicos siempre fueron tratados con recelo por los sacerdotes de la fe, los mismos que organizarán su canonización después de muertos. Los cadáveres no dan sorpresas. Desde entonces hasta el día de su muerte, mi tío abuelo despachó gasolina en una estación de servicio. La noche de su velorio, aparecieron dos trabajadores de uniforme y colocaron junto al féretro una corona que contenía, ella sola, más flores que todas las demás juntas. Demostración cuantitativa de amor que venía acompañada por una cinta: De tus compañeros del Partido que nunca te olvidaremos. Supongo que, efectivamente, si pasaban con frecuencia a llenar los tanques de sus coches oficiales en la gasolinera de mi tío abuelo, les sería muy difícil olvidarlo.

Pero ni siquiera quienes invirtieron en la guerra sus vidas, a riesgo de perderlas, recibieron el mismo trato. Los conceptos de Inversión, Riesgo, Dividendos y Ganancia a los que aludía el ministro estaban trucados. En 1993 se fundó la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, que “aglutina en una sola organización social a más de 330.000 cubanos de todas las edades, quienes han estado en las líneas del frente de las batallas revolucionarias desde la década de 1930 hasta el día de hoy”. A finales de diciembre de 2011 un grupo de veteranos de Santiago de Cuba, ante las deplorables condiciones en que viven sin ninguna ayuda gubernamental, y “ante la falta de respuesta de las autoridades”, han elevado sus denuncias a la prensa no gubernamental.

Por muchas razones, comunes a todas las sociedades sometidas a sistemas totalitarios –control absoluto, represión desmedida, poda de los vínculos entre la disidencia y su base social, minado de todos los grupos por agentes y chivatos, brigadas de acción rápida, control absoluto de los medios y la elevación del miedo a sistema de gobierno–, aunque hoy la mayor parte de la población descrea de sus gobernantes, los grupos de la disidencia en Cuba no pasa de algunos miles de miembros, a los que se suman blogueros y periodistas independientes. Su mera existencia es doblemente heroica, dadas las circunstancias y el permanente acoso del que son víctimas.

Como es lógico, el día después muchos cubanos dirán en voz alta lo que de momento cuchichean en familia, alguno intentará blasonar de una disidencia tan clandestina que nadie la conoció en su día. Se producirá el reciclaje a demócratas y las más variopintas excusas para actitudes inexcusables. Aunque parezca increíble, habrá quienes se parapeten tras la buena fe o la ignorancia. Y, de un modo u otro, todos serán llamados a reconstruir el nuevo país, que no será posible sin la colaboración de todos los cubanos. Quienes hoy arriesgan su integridad y su vida no necesitarán carnés de héroes. Ya lo han obtenido en el tribunal sin apelación de nuestra memoria.

 

“Carné de héroe”; en: Cubaencuentro, Madrid, 01/02/2012. http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/carne-de-heroe-273528

 





2012

13 01 2012

El 21 de diciembre de este 2012, Año del Mago para los mayas, concluye su quinto ciclo solar con la alineación de la Tierra, Júpiter y Marte. Aunque lo más probable es que al día siguiente comience el sexto ciclo maya, y nada más, el club de fans del apocalipsis insiste en que ese día se acabará el calendario. El maya y todos los demás. E invocan una antigua profecía sumeria según la cual ese mismo día el planeta Nibiru –que se asocia a Júpiter o a la Estrella Polar en los textos antiguos–, cuya presunta órbita excéntrica ha hecho las delicias de los ufólogos, pasará cerca de la Tierra, alterará los polos y una serie de maremotos destruirá el planeta.

Poco antes, el 22 de septiembre, algunos científicos auguran violentas tormentas solares. Por si acaso, no concierten para ese día videoconferencias ni confíen sus vidas a los sistemas electrónicos. Como será sábado, un paseo campestre, bronceador en mano, sería lo más recomendable.

Mucho antes, el 23 de enero de 2012, comienza el Año del Dragón, signo propicio para los chinos. Tras las revoluciones industrial y del conocimiento, se anuncia la Revolución del Todo a Cien. 2012 también trae cuatro eclipses, dos de Sol y dos de Luna, y el retorno de Saturno en octubre hacia el signo de Escorpión, algo que sólo ocurre cada 30 años.

Los mantras, hechizos, rituales, cursos de feng shui, amarres, amuletos y el tarot se venden como antídotos del desconflaute universal. (A los bibliotecólogos: la palabra clave es “venden”).

Un tal Federico de Robertis, sicólogo social y argentino, valga la redundancia, anuncia que nos abocamos a «la última etapa de un ciclo largo de 26.000 años que culmina entre el 21 y 23 de diciembre y marca el pasaje hacia nuevos sistemas de ideas; diferentes al capitalismo, el poder monopólico, el odio desmedido, las guerras. (…) Vamos hacia un amanecer de la conciencia, un camino lumínico nuevo…». Y recomienda a los urbanitas encandilados por la nueva iluminación led «crear su propio ecosistema interno hasta alcanzar la calma”.

En Cuba aparece la Letra del Año. No una, sino dos: la de la Comisión Organizadora Miguel Febles Padrón, y la “oficial”, de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, del Consejo Cubano de Sacerdotes Mayores de Ifá.

Antes nos recuerdan que la Letra de 2011 no fue como las promesas del gobierno, sino que se cumplió. La «caída de cabezas de familia» fue la carambola de presidentes derrocados en el norte de África y la muerte de Kim Jong-il. Tampoco faltaron los desastres naturales y medioambientales anunciados. Esta vez en Filipinas, Brasil, Nueva Zelanda, España, Chile, Tailandia, Turquía y Japón. Profecía segura. No hay año sin desastre. En 2011 dominó Baba Eyiobe (doble salvación), un signo que aparece en años de inflexión para la historia de Cuba –1959, 1989, 1998, 2004 y 2011–.

La letra del año “oficial”, la de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, tiene como signo Ogbeche. Su profecía es “Ire aiku lese alaleyo, eyebale” (Un bien de salud gracias al oricha regidor de cada persona, hay que darle sacrificio (sangre). Gobierna Ochun y acompaña Changó. Entre los refranes del signo llaman la atención: “Mentiroso y revolucionario” y “La carreta se va delante de los bueyes”. Recomienda utilizar una pluma de loro en la cartera de forma permanente. La letra apuesta por la unión de la familia, religiosa y sanguínea, evitar la discriminación social y racial, el consumo de alcohol y drogas, el uso de armas de fuego y armas blancas, y tener sumo cuidado con negocios ilícitos, estafas y robos. (Es una especie de código penal). En sintonía europea, evitar el despilfarro, porque tendremos situaciones económicas difíciles, y es imprescindible el ahorro. Y augura un año difícil para la salud (estrés, problemas estomacales, ginecológicos, circulatorios, afecciones en las piernas y la vista, cáncer, problemas mentales y locuras transitorias).

Por su parte, la letra del año de la Comisión Miguel Fébles Padrón, presidida por el sacerdote de Ifá Guillermo Diago Molina, “Ogbe Weñe”, fue extraída por Michael, un babalao canadiense recién graduado. De modo que no sólo está en manos canadienses el destino del turismo nacional. Para esta comisión, el signo regente es “Baba irete meyi” (“La sombra del niño de corta vida”). La divinidad regente es Oya, y la divinidad acompañante, Oggun. Predice trastornos de la locomoción, hernias discales, trastornos de bajo vientre en la mujer, disminución de la natalidad y aumento de la mortalidad infantil, trastornos digestivos, epidemias y enfermedades de la piel. Lo que, unido a la otra letra, augura un año atareado para los médicos que no hayan sido exportados a Venezuela. Esos tendrán otros bretes.

Además de coincidir en la sísmica y el cambio climático, esta letra anuncia guerras y confrontaciones, transiciones, cambios sociales, políticos y económicos; envejecimiento poblacional y serios trastornos en el matrimonio. Deberá prestarse especial atención al asunto de la vivienda (cuidado con las obras sin la debida asesoría técnica) y buscar soluciones ágiles a los problemas. (Seguramente no se refiere a la parsimonia raulista). Recomienda la higiene en los hospitales, una campaña de limpieza general para evitar epidemias; el aprendizaje de oficios manuales; especial atención a los hijos, a la gestión económica pública, a la agricultura y una distribución organizada de los productos, y brindarle a la mujer la consideración que merece; así como cambios y revisión de las leyes penales, adecuándolas a estos tiempos. Más que una letra, parece un programa electoral. Entre sus refranes del Odun, son sugerentes: “El peine no puede peinar un calvo”; “El juez que mucho avisa no quiere encontrar culpable”, y “Fue la boca del macho cabrío la que lo mató”.

En Venezuela, el sacerdote de “Ifá” Adalberto Herrera Alfonso, “Otura Tiyu”, fundador de la Asociación Civil Cultural Seguidores de Ifá (Asoifa), advierte en su letra “sobre la desaparición física de un alto personaje del país y de fuertes enfrentamientos entre opositores políticos”, lo cual tendría repercusiones inmediatas en la letra cubana. Un cruce de letras. Un verdadero diptongo. “Habrá traiciones y maldiciones en el seno militar, triunfos y conquistas de los obreros, ciertas mejoras en lo económico”. Candela pal sindicato, en traducción libre. Y “proliferación de asaltos, robos y actividades ilegales” (especialmente dedicado a los médicos cubanos en Urgencias).

Por su parte, la letra laica de los analistas prevé más preguntas que certezas. La visita del Papa puede invitar a aperturas cosméticas. La realidad social impondrá avances más rápidos que las propias reformas y las nuevas leyes, sugieren algunos. O mano dura a quien se salga del guión, opinan otros. “El peine no puede peinar un calvo” resume la voluntad renovadora. Y “El juez que mucho avisa no quiere encontrar culpable”, su batalla contra la corrupción (al menos desde cierto nivel al cielo). Todo aromatizado con el lejano olor del petróleo en el Golfo, ahora que Chávez tiene en su contra la letra venezolana.

En el resto del planeta, los mismos expertos que no vieron venir la crisis, aseguran que 2012 será el más difícil de la historia del euro y del proyecto europeo. Se impone limitar el déficit al 0,5% del PIB y establecer un fondo de rescate permanente. Reformas en materia laboral, pensiones y fiscalidad. Austeridad y recortes sociales. Una segunda recesión económica y desempleo masivo; nuevos tratados internacionales para avanzar hacia una unión fiscal y económica más fuerte. Sanear y recapitalizar los bancos, que han paralizado el crédito, para que abran el grifo. Pero 523 bancos recibieron préstamos del BCE a tres años por 489.000 millones al 1%. En lugar de abrir el crédito a empresas y familias o adquirir deuda pública, guardaron en su balance 220.000 millones y depositaron el resto en el BCE al 0,25%.

Se habla de un vagaroso “plan de reformas económicas para estimular el crecimiento” al tiempo que Bruselas rechaza un plan de inversiones públicas y pronostica un 0,5% de crecimiento en 2012.

La letra del año de Christine Lagarde, jefa del FMI, más atendible que las otras, anuncia que «La economía mundial está en una situación peligrosa». La crisis de deuda «es una crisis de confianza en la deuda pública y en la solidez del sistema financiero». En tiempos de crisis, el nacionalismo de cada país gana terreno al europeísmo. Incluso los emergentes, China, Brasil y Rusia en particular, que fueron motores de crecimiento mundial, “sufrirán ante los factores de inestabilidad».

Visto lo visto, quizás los armagedonistas de inspiración maya no anden tan desencaminados. Y si después del 21 de diciembre sólo viene el 22, no desesperen.

Según el astrónomo holandés Piers van der Meer, en 2013 las tormentas solares destruirán la vida en la Tierra. Si aun así sobrevivimos, en 2014 el astrofísico británico Albert Sherwinski anuncia una gran nube de polvo cósmico que arrasará el sistema solar. Y la nueva era glacial que vaticina el astrofísico ruso Jabibul Abdusamatov. Para 2018, los intérpretes de Nostradamus anuncian el holocausto nuclear. Y con un poco más de paciencia, nos queda el apocalipsis fijado por Isaac Newton para 2060.

“2012”; en: Cubaencuentro, Madrid, 13/01/2012. http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/2012-272862