2012 Bitácora del silencio

Luis Manuel García Méndez; Bitácora del silencio (novela); Ed. Sloper, Col. La Noche Polar; Palma de Mallorca, España, 2012. 331 pp. ISBN: 978-84-940204-1-4. «Premio Ciutat de Palma. Camilo José Cela de Narrativa en Castellano 2011» (Registro de la propiedad intelectual M-005055/2010).

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Bitácora del silencio, la Primera residencia en la Tierra del protagonista, el inicio de una tetralogía en curso, no sólo ocurre en una isla, Cuba, sino que trata de cómo el poder puede convertir a un hombre en una isla rodeada por un océano de silencio. Una isla de silencio dentro de una isla de ruidos.

Cínico, irreverente y escéptico, Álvaro Cué, profesor de una universidad a doscientos kilómetros de La Habana, es, en el fondo, un utopista que cree en la posibilidad de construir un mundo mejor con los materiales de una realidad que se empeña en contradecirlo.

Entre marzo y julio de 1980, el profesor queda condenado al silencio mientras se tramita su expulsión por razones ideológicas (no sólo de la universidad, sino de su vida profesional). Claustro y alumnado reciben el diktat del Partido: so pena de excomunión, nadie le dirigirá la palabra y harán oídos sordos a las suyas. (El hombre invisible, pero sin sus ventajas).

Descubre que, como afirmaba Nietzsche, «los hombres se miden por la cuota de soledad que puedan soportar». Pero Álvaro no se resigna a su condición de víctima. Intenta sobrevivir, porque se juega todo su futuro en un país donde hay un solo empleador y una sola ideología admisible. Y es entonces cuando la violencia silenciosa se llena de ruidos.

Asistimos a la metamorfosis del protagonista, obligado a encontrarse consigo mismo, con lo mejor y con lo peor, a riesgo de comprender que él no es el hombre con quien preferiría compartir el resto de su vida. Muchos años después, alguien cuya identidad sospechamos, aunque nunca será revelada, garabatea los márgenes de este diario. Descubre omisiones y subterfugios, esclarece medias verdades, comenta desenlaces que todavía no han sido e ironiza sobre la versión de sí mismo que intenta ofrecer el protagonista.

Esta Bitácora es una novela sobre la soledad, el silencio y el miedo. Un miedo que recorre las calles, porque coincide con el éxodo de 125.000 cubanos por el puerto del Mariel. En nombre de la virtud, la ciudad enloquece de palizas, humillaciones, odios azuzados de padre contra hijo y hermano contra hermano.

Pero lejos de ser una novela trágica, Bitácora del silencio es una tragicomedia, o una comedia del absurdo plagada de situaciones disparatadas y grotescas. Cínico y escéptico, Álvaro hace honor a una isla donde la política y el sexo, la música y la irreverencia son los engranajes que mueven la realidad. De ahí que destile a lo largo de estas páginas una ironía ácida que es su antídoto personal contra el miedo.

La sociedad donde se creía hasta entonces ciudadano de pleno derecho le exige una cuota de simulación como pago por la supervivencia. Durante años le han repetido que él es el hombre nuevo y que su alta misión es construir la Historia. Ahora sabe que su destino es padecerla.

Sobre Bitácora del silencio:

“Esta novela es un río que lo inunda todo y que atrapa de inmediato por su progresión dramática. Lo que Ulises vive en diez años, el protagonista lo vive en cinco meses. Es un registro múltiple, poliédrico, que narra lo cotidiano sin eludir lo escatológico, el detalle picaresco, la desmesura. Un chorro continuo de ironías, humor y poesía cuyo espectro analógico es más que enciclopédico: música, literatura, historia, filosofía. Los juegos y hallazgos continuos de lenguaje hermosean la pesadilla. Las notas a pie de página son una delicatessen del entramado textual, otorgan multiplicidad de planos a la narración, como si la Historia se inmiscuyera en lo real para hacerlo verosímil. Esta novela ofusca y conmueve. Causa risa, pero una risa pensativa. Causa erecciones y disyunciones, roza la paranoia y la melancolía. Diríase una película de humor y de horror al mismo tiempo, dirigida por Woody Allen y Buñuel. Es la disección de la locura, el delirio del dolor escrito desde la cordura. Bitácora del silencio es, en suma, un hallazgo total”. (Froilán Escobar)

Presentación de la novela Bitácora del silencio en la Feria del Libro de la ciudad de Palma, Mallorca, el 6 de junio de 2012.

 Virgilio Piñera se refirió en un poema memorable a “la maldita circunstancia del agua por todas partes”, algo que conocemos perfectamente todos los nacidos en las islas: el mar que nos aísla y nos comunica, que nos confina y nos arropa.

Esta novela, Bitácora del silencio, no sólo ocurre en una isla, Cuba, sino que trata de cómo el poder puede convertir a un hombre en una isla rodeada por un océano de silencio. Una isla de silencio dentro de una isla de ruidos: consignas, discursos, himnos y congas marxistas, un género musical endémico.

El protagonista es, en el fondo, un utopista que cree en la posibilidad de construir un mundo mejor con los materiales de una realidad que se empeña en contradecirlo. No es un moralista, ni un santurrón ni un ejemplo para las futuras generaciones. Con el mismo entusiasmo que ama a su mujer, se acuesta con sus alumnas. No cree en la virtud, pero sí en la “decencia”, esa palabra antigua que, según su abuela, en un mundo de héroes devaluados y santones de atrezzo, es el único atenuante de la condición humana.

Esta Bitácora, su diario, es una novela sobre la soledad, el silencio y el miedo, algo que, de una u otra forma, hemos padecido todos los humanos (salvo los impecablemente felices, y debo confesarles que no conozco a ninguno).

Justo durante estos meses de 1980 el miedo recorre las calles de la isla. 125.000 cubanos huyen por el puerto del Mariel. En nombre de la virtud, el gobierno ordena  palizas, humillaciones y azuza odios de padre contra hijo y hermano contra hermano. El amigo de ayer es, por decreto, el enemigo de mañana.

Pero Álvaro se niega a ser una víctima. Intenta sobrevivir, porque se juega todo su futuro en un país donde hay un solo empleador y una sola ideología admisible. Se niega a aceptar mansamente su destino, y entonces, la violencia silenciosa se llena de ruidos.

Lejos de ser una novela trágica, Bitácora del silencio es una tragicomedia, o una comedia del absurdo plagada de situaciones disparatadas y grotescas. Cínico y escéptico, Álvaro hace honor a una isla donde la política y el sexo, la música y la irreverencia, que allí llaman choteo, son los engranajes que mueven la realidad. De ahí que destile a lo largo de estas páginas una ironía ácida que es su antídoto personal contra el miedo.

Ironía por partida doble, porque una serie de notas al margen escritas treinta años después por alguien cuya identidad sospechamos pero que nunca sabremos con certeza (y que yo no voy a revelar) nos descubren omisiones y subterfugios, e ironizan sobre la versión de sí mismo que intenta ofrecer el protagonista.

Asistimos a una metamorfosis de Álvaro, obligado a encontrarse consigo mismo, con lo mejor y con lo peor, a riesgo de comprender que él no es el hombre con quien preferiría compartir el resto de su vida.

La sociedad donde se creía hasta entonces ciudadano de pleno derecho le exige una cuota de simulación como pago por la supervivencia. Durante años le han repetido que él es el hombre nuevo y que su alta misión es construir la Historia. Ahora sabe que su destino es padecerla.

La novela Bitácora del silencio es la Primera residencia en la Tierra del protagonista, la primera de sus cuatro vidas que ya van engrosando una tetralogía en curso. Digo esto a modo de información (con un ligero toque de marketing). No querría que sonara como una amenaza a los lectores.

Muchas gracias.

 

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