Luis Manuel García Méndez; Habanecer (novela invertebrada); Ed. Casa de las Américas, Col. Premio; La Habana, Cuba, 1992. / Mono Azul Editora, Col. Cazadores de la Nieve, Sevilla, España, 2005. 448 pp. ISBN: 84-934276-8-3. «Premio Casa de las Américas,1990» y «Premio Nacional de la Crítica 1992» (Registro de la propiedad intelectual: 1996/23/10283).
Habanecer no es propiamente una suma de historias. Cuentinovela o novela invertebrada, Habanecer intenta capturar, mediante 30 piezas narrativas (para evitar arriesgadas categorías), un día de la ciudad de La Habana, veinticuatro horas tejidas por decenas de personajes que se entrelazan mediante puentes causales o casuales. Las historias se engarzan, y los personajes se mueven de una a otra. La paginación tradicional ha sido sustituida por la hora que es en cada página, excepto en las “páginas sin tiempo”, donde el autor, travestido en personaje, reflexiona sobre la escritura y la construcción de la obra. La edición española subraya que esta novela “tiene como protagonista a La Habana, inagotable y múltiple en su secreta geografía: el entramado de calles y casas, ilusiones y angustias, donde los hombres buscan las puertas y las llaves para salir del laberinto de sus vidas. Habanecer es una fiesta del lenguaje, del color, el olor y el tacto; un pulso contra la supervivencia; la belleza y el ritmo frenético de un mundo triturado por una ambición de poder que en su camino no perdona a la ciudad de los hombres. Un sueño convertido en pesadilla. Pero la ciudad tarde o temprano reencarna en obras prodigiosas como ésta. Con la amargura y la belleza en la mirada, cada lector habanece al cabo de su lectura; haber estado en un mundo que desaparece sin remedio, un sueño astillado, el escenario que se construye con los escombros de su propio espejo de grandeza, deja siempre su huella”.
Sobre Habanecer:
“Luis Manuel García Méndez quiere cumplir de nuevo un antiguo sueño de la novela: comprimir el mundo en el espacio de una ciudad, en la duración de un día, en las páginas de un libro donde La Habana se convierte de nuevo en una de las capitales de la imaginación. Este libro es extraordinario”. (Antonio Muñoz Molina).
“Habanecer se adentra en la geografía del alma, de diversas almas, de una sola y extensa alma que llamaremos habanera (..) personajes salidos del magma de la ciudad, no de la manga del cronista, toman la palabra (..) el paso de la conversación a la escritura es un paso duro que L. M. afronta con habilidad de bailarín. Y donde hay danza hay música, y donde hay música no puede haber cosa mala, dice el Quijote. (..) El cronista interviene, hace suyo el dasarraigo, trata de redimir con el ejercicio del humor, sin consolar, con oído bien fino, exigiéndole un coeficiente cero al detector de mierda. (..) es entonces cuando la ciudad alcanza la magnitud del héroe, o del antihéroe, que viene a ser lo mismo. (..) a pesar del mal nuestro de cada día la capacidad de fe y de ternura no se pierden nunca. (..) Es algo que seduce al lector más virgen y al más encallecido, porque la brillantez de la expresión no abandona ni por un instante el primer plano. Y entonces ocurre el milagro, lo que parecía intrascendente se revela de pronto con una crueldad insoportable, y sin pizca de exageración es una Habana nostálgica, irónica, a ratos amarga, también desencantada. (..) Habanecer es un libro imposible de escribir, y sin embargo fue escrito, y bien escrito (..) Lo que ratifica la imposibilidad de este libro es que en última instancia trata de descifrar un oculto metabolismo de la ciudad, una espiritualidad habanera que no puede blasonarse ni enarbolarse ni consignarse casi. (..) un intento espléndido con afán de totalidad y con aciertos y sorpresas que se van sumando página tras página. He ahí lo mucho que debe agradecer el que leyere un libro como éste, que se afana con un imposible. Confieso que de Habanecer me queda el deslumbramiento”. (Reinaldo Montero; De La Habana y su crónica).
“Libro fascinante e inclasificable que mezcla con acierto diversos géneros literarios para ofrecernos una visión personalísima de la Ciudad de La Habana al erigirla en personaje protagónico (..) integrando voces humanas y sonidos de toda suerte en un solo y al mismo tiempo polisémico clamor. Con este texto singular García Méndez contribuye una vez más al ascenso y reafirmación de las literaturas cubana y latinoamericana al engrosar el inventario de sus excelencias”. (Acta del jurado que otorgó el Premio Nacional de la Crítica 1992).
“Un libro original hasta tal punto que resulta imposible diagnosticar un género. Incluye, junto a textos propiamente narrativos, un artículo periodístico y una obra de teatro. Emplea todas las formas de narración, con un despliegue de oficio literario, relevante uso de la ironía y una enorme audacia formal y conceptual. Una obra, en suma, de altos valores literarios”. (Editorial Letras Cubanas; Informe de lectura).
“Habanecer (…) nos entrega toda existencia, el aliento humano de la ciudad, el fragor del barretín diario del cubano, en unos ámbitos de los que entramos y salimos con sólo abrir y cerrar el libro (…) Habanecer es una cruzada de rescate y preservación. Una campaña minuciosa y tenaz de la lengua castellana para eternizar una ciudad, un modo de vida, una filosofía de la supervivencia, la manera de comunicarse de un grupo de personas en situación extrema, en un estado de emergencia perpetua. (Raúl Rivero, El Mundo).
Luis Manuel ha decidido soñar la ciudad en sus fragmentos y dentro de su blando tiempo bergsoniano.(…) ha despellejado, fracturado y remendado la ciudad. Nos ha dejado ver sus duras vísceras ideológicas, le ha dado un tempo y una agonía y una fiesta. Pero, detrás de todo esto, siempre queda algo más profundo y más simple: el espacio total e inefable donde nacemos y tenemos a casi todos nuestros muertos. (…) Este libro, gracias a su fragmentación, a su ímpetu y a qué sé yo, funciona como un gigantesco espejo roto y remendado. Vuelto a pegar. (…) Se deja leer como un reflejo sensiblemente deformado, caleidoscópico, de lo que somos en carne de ciudad. Y ya se sabe que los habaneros, además de no nacer con un pan debajo del brazo, llevamos una ciudad a cuestas, como el pan al hombro del hombre de Vallejo. (…) Luis Manuel ha (…) empezado quebrando en mil pedazos la dura Habana de geografía y tiempo real, y de esa realidad cotidiana ha nacido un sueño literario más real que eso que llaman vida. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos. (Ronaldo Menéndez; Encuentro de la Cultura cubana)
“Por su construcción, su lenguaje y ambiciones, aquí hay una obra fuera de lo común. Novela fragmentaria, polifónica, múltiple, viva y poética, que bien pudiera llamarse conjunto de cuentos o quién sabe. Cada rincón de La Habana piensa, siente y padece, cuenta, habla a través de esta escritura rica en imágenes, metafórica y caudal, de la que lectores venimos a ser escuchadores, oidores de una partitura compuesta a ritmo oral, casi musical (…) En el aparente desorden de este mosaico, las personas (que aquí cabe hablar de algo distinto a personajes), los objetos y lugares de La Habana (“El lugar”, ese otro Aleph, es uno de los muchos textos que resultan verdaderos hallazgos), con su historia a cuestas, historia común y al tiempo íntima, se encuentran entre sí, se confunden para crear la ilusión de que atrapamos (…) una ciudad (…) Un homenaje (…) a La Habana y una apuesta por la Literatura con mayúscula”. (Ángel Cabo; Qué leer)
“Luis Manuel García’s Habanecer constitutes an experimental tour de force in Cuban narrative which deserves to be seriously studied”. (Enrique Sacerio-Gari y Carlos R. Hortas, 20th Century Prose Fiction: Hispanic Caribbean)
“He aquí una novela fabulosa, una obra que dilata el concepto de lo literario hasta más allá de sus fronteras, un libro moderno, atrevido, estremecedor e incómodo”. (Eva Díaz Pérez, Revista Mercurio) “Habanecer es una ciudad que se reinventa a sí misma todos los días”. (Eva Díaz Pérez, El Mundo Andalucía)
“Aquí no mandan los juegos de artificio del marketing, sino las innumerables virtudes literarias de la novela (…) La complejidad de una ciudad como La Habana no cabe en los moldes lineales y decimonónicos de la novela tradicional. Luis Manuel García busca por ello una manera novedosa de contar que aspira a alcanzar uno de los hitos de la literatura, que la palabra sustituya inmediatamente a la realidad, que la cree desde la vigorosidad del verbo literario. (…) Los fragmentos encabezados por el título “Páginas sin tiempo” cubren la poética de la novela desde la teorización metaliteraria. Efectivamente, en ese espacio del no-tiempo, de impass temporal en la historia y del paréntesis físico y tipográfico en la novela, el novelista se inserta como personaje que reflexiona sobre su propio trabajo creador. (…) Habanecer logra saltar esos límites de la palabra literaria a través de una estructura que (…) sobrepasa los usos más estáticos de la tradición narrativa. (…) De ahí la mezcla de géneros, de tipografías, de voces, de tonos (…) es decir, los rincones y los entresijos de la vida alcanzan su expresión más ajustada en las páginas de Habanecer”. (Juan Carlos Sierra, Diario de Cádiz).
Habanecer entronca directamente con esa gran literatura y, a través de ella, con la revolución de Joyce, la ambición de Musil y los juegos y experimentaciones de Pérec y Queneau. (Ángel Vivas; El Mundo)
Es posible que en un primer momento L. M. García concibiese, equivocándose, la sucesión de historias que conforman el libro como relatos autónomos. En realidad lo que el lector tiene ante sus ojos son 37 fragmentos de tiempo, hasta completar 24 horas, por los que transcurre el palpitar vivo y locuaz de una ciudad heteróclita, plural y deslenguada, el eco polifónico de La Habana, exactamente el viernes 28 de agosto de 1987.
A la manera de Arcimboldo, el autor ha trazado el rostro de La Habana en un collage elaborado con fragmentos de gritos y susurros que la ciudad exuda y él ha sabido escuchar. Como el Ulises joyceano o el Adán Buenosaires de Leopoldo Marechal, habanecer se alza como una metódica cartografía urbana en cuyas fronteras hombres y mujeres se entregan al desamor o la pasión, se frotan y enervan, se desconocen y abrazan, ríen con desaliento, viven desconsoladamente y mueren en silencio. Cuentan sus glorias y sus miserias.
(…) El lector sabe que se encuentra ante un autor en pleno dominio de su oficio. La variedad de recursos narrativos, el desenfadado tratamiento del lenguaje a veces y la apropiación de la oralidad otras, la hibridez de algunos de los relatos, la pluralidad de personajes y sus vivencias, los ambientes disímiles, los registros e ideolectos diferentes, todo ello conforma una obra única. A partir de ahora La Habana y su habanecer constituyen un binomio difícil de deshacer.. (Pío E. Serrano; Sobre Habanecer, Cultura y Arte, nº 24)
Corolario (del libro Habanecer, 1992)
Hasta esta hora de este viernes 28 de agosto de 1987, la ciudad ha respirado 2.425.634 m3 de aire, sus 1.384 columpios se han mecido 622.800 veces; en los 96 cines, 144.000,5 pares de ojos pastaron besos, asesinatos y chistes en colores y cinemascope; 39.000 pares de nalgas erosionaron, en los 134 parques, los bancos de madera y granito; se escucharon 1.234.000 canciones; acaban de nacer 83 niños, que esperan alcanzar 73 años y medio y que ocuparán el espacio, cada vez más exiguo, que dejaron los 45 muertos velados, llorados, enterrados y mañana olvidados, de este día; la ciudad gastó 6.889.218 pesos, se comió 120.500 pollos, 164.000 docenas de huevos, y bebió 1.956.432 litros de agua. Como consecuencia, al Caribe fueron a dar 1.854.973 litros de orines y 326,95 toneladas de mierda. 4.300.000 pasajeros sufrieron las inclemencias del transporte urbano y 383.920 afortunados capturaron un taxi. Hasta esta hora de este viernes 28 de agosto de 1987, la ciudad de San Cristóbal de La Habana hizo el amor 157.437 veces.
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