Calentón.net

3 01 2012

El pasado 19 de octubre apareció en el diario Juventud Rebelde un artículo (http://www.juventudrebelde.cu/suplementos/informatica/2011-10-19/internet-calienta-el-mundo/), cuando menos, original: “Internet «calienta» el mundo”, escrito por Mario Alberto Arrastía Ávila, especialista de Cubaenergía.

El autor nos descubre que si bien Internet ha traído ciertos beneficios, hacer una búsqueda en Google, entrar en Facebook o ver un video en YouTube consume electricidad y emite “gases que contribuyen al calentamiento global”.

Anota que entre 2000 y 2010 el tráfico en Internet creció 200 veces, y pormenoriza millones de emails por segundo, cuentas diarias de Twiter y 3.000 millones de usuarios en 2015 con un tráfico de 966 exabytes, según Cisco.

El autor afirma que “como la electricidad que usan nuestras computadoras y el centro de datos no se genera cerca de nosotros, no podemos ver la contaminación atmosférica creada y es difícil que nos inquiete saber cuánta energía se usa y en qué medida contribuye Internet a ensuciar la atmósfera y calentar el mundo”. (Tampoco queda más cerca la termoeléctrica cuando encendemos la luz o el ventilador, pero en lo de la distancia tiene toda la razón). Y nos alerta de que las telecomunicaciones globales ya ocupan el quinto lugar por su consumo de energía, detrás de Estados Unidos, China, Rusia y Japón. Añade que Amazon, Google, Microsoft, Apple, IBM o Facebook “consumen gran cantidad de electricidad producida a partir de carbón mineral”. Un dato sorprendente: ¿cómo ha averiguado el articulista el origen exacto de la electricidad en redes nacionales entrelazadas que normalmente proviene de hidro y termoeléctricas, nucleares y plantas de energías renovables? ¿Trae la electricidad producida con carbón alguna boronilla que permita distinguirla? En cualquier caso, me fijaré a ver si detecto luminiscencia radioactiva, si gotea crudo o si sale del tomacorriente un vientecillo de generador eólico.

El articulista comenta alarmado que los centros de datos en Estados Unidos consumen el 2% de la energía del país. Y en el planeta es el 1,3%, equivalente a la energía producida por todos los aerogeneradores del mundo. Greenpeace estima que el consumo de electricidad de los centros de datos crecerá en un 200% para 2020 (1.430 millones de toneladas de CO2 emitidas). Aunque los especialistas de Pike Research predicen una reducción del 31% para la misma fecha.

Anota que con el consumo de la infraestructura técnica de Google se alimentaría a 200.000 viviendas norteamericanas (¿cuántas viviendas cubanas? ¿alguien lo sabe?) para gestionar cada día mil millones de búsquedas que seguramente serían más ahorrativas si los clientes se desplazaran a la biblioteca. Que los usuarios de YouTube emiten unas 6.000 toneladas diarias de GEI y que cada clic en Google requiere de 0,003 kWh, lo que provoca la emisión de 0,2 gramos de dióxido de carbono. Confieso que mi próximo clic será dubitativo.

En un país donde los internautas apenas contaminan, es reconfortante que un especialista tenga el altruismo de preocuparse por los cibercontaminantes planetarios. Aunque no es raro si tomamos en cuenta que Cuba es el país más ecológico del mundo.

En primer lugar, la contaminación industrial es ínfima. No sé si el país cumple con los protocolos de Kyoto, pero la cosa ha mejorado mucho desde que los protocolos de Moscú la abandonaron. Y las industrias, y los ómnibus húngaros Ikarus, cuyos humos se observaban a tres paradas de distancia. Muchos carros americanos y Ladas han muerto de muerte natural y la clase dirigente, dispuesta a salvar el planeta, se ha resignado a los Toyota y los Mercedes Benz que cumplen la normativa europea de emisiones.

La casi abolición de la industria azucarera fue otro aporte de la Isla a la capa de ozono, y los grupos electrógenos no duraron lo suficiente para agrandar el agujero.

Hablando de gases, se ha comprobado que el mayor emisor de metano a la atmósfera es el culo de las vacas. Ante la imposibilidad de conseguir por ingeniería genética vacas sin culo, se optó por la extinción de la especie. Gracias a ello, no se necesita desarbolar grandes extensiones para pastizales (como en los 60), y el ecosistema del marabú (esa planta exótica pero que ya sentimos como nuestra) se mantiene intacto.

La frugal alimentación de los ciudadanos también genera menos deyecciones y éstas son más vegetarianas, lo que, según Greenpeace, es más asimilable por el paisaje.

La contaminación acústica es una asignatura pendiente (y qué clase de contaminación), pero la lumínica, que tanto molesta a los astrónomos, está casi resuelta. En algunas zonas de Párraga y Caimito del Guayabal el panorama del cielo es tan diáfano como en el observatorio del Teide. Mira que mandar el Hubble al espacio exterior cuando pudieron colocarlo en Coco Solo. Y eso tiene una ventaja colateral. Cuando pasan de noche sobre la Isla, los satélites espías se dan una perdía del carajo. En el triángulo de las Bermudas hay más luces que en La Habana.

Lejos del consumismo occidental, la conciencia ecológica impulsa en Cuba una cultura del reciclaje que debe estar entre las más decididas del planeta: se reciclan las bolsitas desechables, las botellas plásticas y las laticas; el Frigidaire con el motor quemado se convierte en armario y la plancha sin asa, en tostadora. Nada se desecha, ni siquiera los dirigentes del Partido, que llevan medio siglo reciclándose de ministerio en ministerio.

El país también ha evitado los excesos del urbanismo salvaje que llena el paisaje de rascacielos e invade el hábitat del tomeguín y del sinsonte. En Cuba el crecimiento urbanístico es interior: barbacoas, mamparas, cuatro generaciones en quince metros cuadrados. (Por cierto, el articulista también pertenece a Cubasolar, aunque no sé si eso tendrá relación con el urbanismo). Cuando se llena la barbacoa y la familia empieza a disponer turnos rotativos para dormir, los más jóvenes tienen la delicadeza de ceder sitio a sus mayores e irse. Me refiero a irse. Lo que ha contribuido a la preservación de los ecosistemas marinos. Frente a los océanos sobreexplotados de por ahí, las aguas territoriales cubanas han presenciado un raro ejercicio de reciprocidad: los cubanos se comen tantos peces, como los peces, cubanos.

Y eso nos lleva al comercio exterior de productos ecológicos. El primer rubro de exportación son los cubanos, un sector en que la Isla es líder mundial. Se ha comprobado que los dos millones de unidades exportadas son cien por cien naturales, sin conservantes ni colorantes. Una ganadería sostenible que no genera gastos de transporte y que rinde beneficios durante muchos años. La mala costumbre de los condones soviéticos de convertirse en chalecos salvavidas ocasionó un baby boom en los 60, sobre todo después que la vida nocturna se redujo a la televisión nacional. Ahora la producción ha disminuido, pero aun así se mantienen e incluso se incrementan las exportaciones.

La integridad del autor le obliga a reconocer que “la investigación y redacción de este artículo (…) provocó la emisión de unos siete kilogramos de CO2”. Algo que podría evitar mediante la distribución telepática, el mismo método que emplean los mandatarios cubanos: una discreta consulta popular mediante referendos telepáticos antes de tomar decisiones que afectarán a todos los ciudadanos de la Isla.

La conclusión de Mario Alberto Arrastía Ávila es que por todo eso, “Internet debe usarse responsablemente”. Y es lo único que no comprendo. ¿Qué quiere decir responsablemente? ¿Enviar emails modelo SMS para ahorrar energía? ¿Felicitar a la familia una vez al año por navidades, cumpleaños y santos, todo junto? ¿Buscar en Google sólo aquello que no encontremos en la Biblioteca Nacional? ¿No leer periódicos extranjeros que, al venir desde tan lejos, pueden recargar la red? ¿Medir bien cada clic como si los dieran por la libreta a diez por semana? Aunque ahora caigo: responsabilidad viene de responsable. Yo tuve en Cuba responsables de pioneros, de aula, de sindicato, de lote, de personal y cuadros, de proyecto, de departamento, de propaganda. ¿Por qué no un responsable que nos oriente en la Intranet, esa Internet municipal? Podríamos descubrir que Buscasiboneyes.com es mejor que Google; las bondades de YouNoTube, la web del daguerrotipo, y que en Asambleadebalance.com tenemos más amigos que en Facebook. Todo bajo una supervisión que nos ayude a encontrar el buen camino en la red, ese jardín de los senderos que se bifurcan. (Cuando menos lo esperas, en una Internet sin direcciones prohibidas y adecuadamente señalizadas aparecen los innombrables). No ha quedado demostrado que generar ideas afecte a la capa de ozono, pero deambular por la red sin algún responsable que te oriente puede aumentar la temperatura emocional, y eso sí podría alterar el delicado ecosistema de la Isla.

“Calentón.net”; en: Cubaencuentro, Madrid, 03/01/2012. http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/c





Twitter contra el Palacio de Invierno

21 05 2011

Comenzó en Túnez, el 17 de diciembre de 2010, día de San Lázaro, Babalú-Ayé, con el suicidio de un joven vendedor, apaleado por la policía del corrupto presidente Ben Alí, quien huyó a Arabia Saudí ante la presión popular, apaleado por la muleta de San Lázaro, el 14 de enero de 2011. Siete días antes, ya las protestas se habían extendido a Argelia. El 17 de enero, un hombre se inmoló frente al parlamento egipcio. El 11 de febrero, Hosni Mubarak ya había sido depuesto, y será juzgado en abril por corrupción y asesinato. Bahrein, Jordania, Siria, Yemen, El Líbano, Marruecos, Irán, Irak, Palestina. Todo el mundo árabe, regido durante decenios por feroces dictaduras religiosas o laicas, se ha contaminado de sueños alcanzables, bien sea por la masiva confirmación de la voluntad popular en las calles, o por la fuerza de las armas cuando, como en Libia, la hipoacusia del dictador le impide escuchar los gritos y el pueblo tiene que apelar a estruendos mayores.

Presidentes auto reelegibles, jeques, emires, reyes, dictadores todos por la gracia de Dios o por la propia, tolerados o alegremente aceptados por Occidente durante todos estos años, gracias al océano de petróleo sobre el que asientan sus tronos, o porque sus dictaduras son un muro de contención contra el fundamentalismo islámico (los daños colaterales son una nota al margen). Sin excepción, autócratas obscenamente ricos. Abdalá Bin Abdelaziz, el rey de Arabia Saudí, 15.000 millones de euros; el jeque Jalifa Bin Zayed al Nahyan, de Emiratos Árabes Unidos, 14.000 millones; Makhtoum bin Rashid Al-Maktoum, actual primer ministro y vice presidente de los Emiratos Árabes, 10.000 millones; Ben Alí y su clan, 8.000 millones; Mubarak, 70.000 millones de dólares; Gadafi, cuya fortuna se estima en 87.000 millones de euros, aunque es difícil de calcular, tiene 150 toneladas de oro en un escondite al sur del país, y, en una sola cuenta en el Reino Unido, 4.800 millones de dólares. Y, sin excepción, comparten todos el mismo terror por esta revuelta popular, e intentan venderla a los lectores ingenuos como insurrecciones del integrismo islámico o conspiraciones extranjeras contra las más sagradas tradiciones árabes, es decir, ellos mismos.

Históricamente, invocar el peligro externo y dividir a los presuntos competidores han sido los medios más eficaces para conservar las satrapías. El solitario siervo de la gleba era más vulnerable que los gremios de artesanos concentrados en las ciudades, las asociaciones obreras y los ciudadanos unidos para exigir sus derechos. Reprimir una manifestación en las plazas y en las calles deja más evidencias que reprimir, selectivamente, a sus organizadores, y abortarla en estado embrionario. Pero ahora el poder ha topado con un enemigo escurridizo: Internet y las redes sociales. Basta un teléfono móvil para que cientos de miles de malestares se conjuguen. Y en este caso, el tamaño sí importa. Cuando un millón de ciudadanos se dan cita por los misteriosos cauces de la red y toman la calle, suelen ser imparables.

Ahora ha tocado el turno a los jóvenes españoles. No piden la derogación de sultanatos o la instauración de una democracia representativa, porque ya existe. La plataforma Democracia Real Ya anuncia que “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. Y se definen como “los desempleados, los mal remunerados, los subcontratados, los precarios, los jóvenes… [que] queremos un cambio y un futuro digno. Estamos hartos de reformas antisociales, de que nos dejen en el paro, de que los bancos que han provocado la crisis nos suban las hipotecas o se queden con nuestras viviendas, de que nos impongan leyes que limitan nuestra libertad en beneficio de los poderosos”. Aducen, con razón, que una crisis provocada por la avaricia de los especuladores y el capital financiero está siendo sufragada por el pueblo, mientras quienes la ocasionaron emergen de ella más ricos que antes. No creen en los partidos ni en los sindicatos tradicionales como una solución, sino como parte del problema y, en más de 60 ciudades españolas, 130.000 ciudadanos de distintos sectores sociales lo han ratificado el domingo con su presencia, que se ha extendido a las acampadas espontáneas que aún permanecen en distintas ciudades. La de Madrid tiene su propia página, http://madrid.tomalaplaza.net. Los vecinos y comerciantes de la zona están colaborando con ellos: mantas, comida, agua. Y ya han organizado carpas para pernoctar, reparto de alimentos y recogida de basura.

Hartos de políticos ineficaces y corruptos, de políticas más atentas a la conservación del poder que a las necesidades de los ciudadanos, esta plataforma horizontal, asamblearia y abierta, pretende crear otro modelo de sociedad civil, que no sólo emita su opinión o su voto, sino que tenga un peso decisivo en la cosa pública. Añaden que su propósito es “coordinar una acción global y común entre todas aquellas asociaciones, grupos y movimientos ciudadanos que, a través de distintas vías, están intentando contribuir a que la actual situación cambie”.

Hartos de mentiras, escándalos de corrupción, dobles raseros, clientelismo, intereses espurios, discursos trucados y otras lindezas de una clase política que ya la población considera el tercer problema de España, después del paro y la economía, sus pancartas se refieren no tanto a lo que quieren como a lo que no quieren: “Alternancia no es igual a democracia”, “Vuestra crisis, no la nuestra”, “Los políticos no nos representan”, “La banca siempre gana y no me da la gana”, “No es una crisis, es una estafa”, “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”, “No hay pan para tanto chorizo”, embutido que apoda en España a los delincuentes y corruptos.

Y esto, en plena campaña electoral donde los políticos gastan alegremente el presupuesto público (el mismo que ha sufrido drásticos recortes, sobre todo en políticas sociales) en vendernos una mercancía, cuando menos, defectuosa. Y, en el peor de los casos, falsificada.

Entre las libertades, garantías y derechos que otorga cualquier democracia occidental y los regímenes que han derrocado o intentan derrocar los ciudadanos árabes, hay la misma distancia que entre el derecho de pernada y el sufragio universal. No obstante esta situación privilegiada, si la comparamos con el resto del planeta, y a pesar de sus objetivos aún por traducir en medidas concretas, este movimiento espontáneo convocado a través de las redes sociales es el anticipo de una nueva democracia. Recordar que el significado de demoskratos es “gobierno del pueblo”, no de un puñado de políticos; que necesita la figura del ho boulomenos, “cualquier persona que lo desee”, en los asuntos de gobierno, y que la última palabra corresponde a la asamblea, que ahora sí podría ser universal gracias a la red. Algo que no se consigue, desde luego, si la sociedad, apática, permite que la gobiernen (o malgobiernen) en su nombre un puñado de elegidos.

Internet ha democratizado el acceso a la información como nunca antes, ha arrojado luz (antes y después de Wikileaks) sobre la penumbra donde tan a gusto se mueven los políticos entre bambalinas, y ya se sabe que el control del conocimiento privilegiado ha sido siempre la primera arma de los políticos para manipular al demos, antes que las espadas o los fusiles.

La educación e información universales, la comunicación sin fronteras y las redes sociales permiten hoy, al menos en una buena parte del mundo, un modelo de democracia permanente que no se limite a depositar un voto (que a veces parece una patente de corso) cada cuatro años; una democracia que degrade a los políticos a ejecutores del mandato popular, servidores públicos nombrados por los electores. Como en cualquier sociedad anónima, será la junta de accionistas, en este caso de electores, la que decida sus atribuciones, sus obligaciones, sus límites y sus emolumentos. Es inmoral que los políticos se gratifiquen a sí mismos con salarios indecentes por un desempeño muchas veces mediocre. Como en cualquier empresa, éste dependerá de los resultados y deberá ser aprobado por sus votantes.

Como demuestra Suiza, una de las democracias más perfeccionadas del planeta, y donde toda decisión importante debe aprobarse en referendo, una sociedad madura no necesita líderes iluminados sino gestores competentes a los que se confirme o remueva en dependencia de su ejecutoria.

El 7 de noviembre de 1917, 25 de octubre según el calendario juliano, los bolcheviques tomaron el Palacio de Invierno de San Petesburgo. Prometían el poder a los obreros y campesinos y, en su lugar, concedieron a los rusos, más que el poder, la obligación de aplaudir a los nuevos zares. Hoy el Palacio de Invierno de la vieja política está siendo asaltado por twitter y sin derramar una gota de sangre.

 

“Twitter contra el Palacio de Invierno”; en: Cubaencuentro, Madrid, 21/05/2011. http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/twitter-contra-el-palacio-de-invierno-263106





Dime con quién enlazas

19 06 2001

En su traslación a Internet, el viejo refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”, podría reeditarse como “dime con quién enlazas, y te diré quién eres”.

Por lo general, podemos descubrir la identidad de una página revisando aquellas que sus autores tienen a bien ofrecernos como merecedoras del “honor” de figurar en el selecto (y por fuerza reducido) grupo de las que aportan algo o complementan la página en cuestión, más las que simplemente gozan la condición de afines.

Revisando recientemente los enlaces que recomienda un suplemento cultural del diario Juventud Rebelde, encontré un enlace de nombre enigmático: Haika. Al visitar la página, descubrí que se trataba del órgano de la organización juvenil homóloga, que con 4.000 militantes se define como “la agrupación juvenil de izquierdas más importante de Europa” (así serán las otras) y, específicamente, de la izquierda aberzale (izquierda radical del País Vasco), cuya postura ante la violencia y el terrorismo se deduce de los textos publicados en ella.

Para quienes no estén familiarizados con el tema, vale aclarar que la izquierda aberzale va desde un partido político legal, EH, que en las últimas elecciones acaparó menos del 10% del electorado; los grupos juveniles que promueven la kale borroka (lucha en la calle), consistente en la quema de cajeros, sedes bancarias, empresas de trabajo temporal, y autos de policías o de políticos de otras formaciones; hasta ETA, en el otro extremo, que practica su particular versión de la guerra de independencia: el coche bomba y el tiro en la nuca. El común denominador es que todos se dicen independentistas, socialistas e internacionalistas. Y todos reivindican la soberanía del País Vasco (Euskadi), que en su imaginario no sólo abarca el territorio actual, sino el País Vasco Norte (parte de Francia) y Navarra.

En la página a que nos invita Juventud Rebelde, aparece una entrevista a un grupo de jóvenes protagonistas de la kale borroka publicada originalmente por la revista clandestina Resistencia, y reproducida por Haika bajo el título “La kale borroka como método de respuesta”. Un joven que emplea el seudónimo Eneko, alega que “En unos Estados policiales, corruptos, militarizados y fascistas como en los que nos hacen vivir, no se puede desarrollar por desgracia otras formas de protesta. Sales en manifestación y te la prohíben y te cosen a hostias (sic.). No existen medios de comunicación potentes en los que desarrollar las denuncias (…) Euskal Herria está dividida en tres comunidades, están asesinando a los presos políticos y a los exiliados, estamos en el puto paro, explotados, reprimidos y sin ninguna posibilidad de salir de la miseria como pueblo”. El lector ingenuo que desde Juventud Rebelde acceda a esta página imaginará un País Vasco tomado por los tanques españoles, nativos masacrados, manifestaciones disueltas a balazos; un País Vasco sumido en la miseria: masas hambreadas, mendicidad, una suerte de Tercer Mundo bajo la bota imperialista española.

Pero el lector ingenuo tropezará poco después, en la propia publicación, con el artículo “Pueblo palestino sí, pueblo vasco no”, de Roberto Delgado, quien nos cuenta que existen en Euskadi sindicatos nacionalistas, organismos que predican públicamente la desobediencia civil, asociaciones de vecinos con carácter independiente, medios de prensa, partidos y organizaciones juveniles independientes del Estado español. Ya quisiera la disidencia cubana, que opera dentro de un socialismo que para muchos aberzales es paradigmático, disfrutar del 10% de las facilidades que disfrutan estos oprimidos por el imperialismo español. Pero aún más, nos cuenta cómo los hambreados y explotados, en colecta popular, reunieron en un año casi seis millones de dólares para crear un nuevo diario. Disfrutar de una miseria tan solvente sería un sueño para muchos países que conozco. Y, ya de paso, le aclaro al lector ingenuo, que Euskadi es la región española con mayor ingreso per cápita, la más industrializada, y la que disfruta de un sistema fiscal especialmente beneficioso para la comunidad.

Si todavía el lector ingenuo continuara simpatizando con la lucha de ese pueblo pequeño por su independencia, deberá saber que, según Roberto Delgado, ello pasaría por una perspectiva anticapitalista y antiimperialista, procesos similares a los que están ocurriendo en México, Bolivia, Brasil, Palestina o Kurdistán (¡¿?!). Quizás el ingenuo simpatizante quede tan confundido como yo. Y todavía se pregunta Delgado por qué el resto de la izquierda española apoya la lucha en Palestina, pero no las reivindicaciones aberzales. Su explicación es, cuando menos, curiosa, dado que en su opinión “las acciones violentas de ETA están produciendo odio en la izquierda, ya que estas acciones no son condenadas por un porcentaje alto de la población vasca”. Una apreciación que no concuerda con la catástrofe electoral de EH, brazo político de ETA.

Por su parte, el joven Eneko, paladín de la kale borroka, no se preocupa por tales sutilezas y exige la rendición incondicional del Estado español: “ETA está hablando clara y contundentemente de que no hay salida policial, que, o se sientan a negociar o les costará muy cara su cerrazón fascista”. (Cuando dice “hablar” se refiere al estruendo de la dinamita y los disparos). Con lo cual el lector ingenuo tendrá que revisar su concepto de fascismo: dilucidar quién fue primero, si el huevo o la gallina; calibrar cómo se llama esto de que el 10% de la sociedad pretenda imponer a bombazos y cocteles molotov su versión del futuro al 90%, y buscar en las enciclopedias en qué momento de la historia existió esa Euskal Herría independiente, esa Jauja Vasca mítica y feliz que reivindican los amigos de Juventud Rebelde, en nombre de un socialismo que ocupa ya, ese sí, un lugar en los libros de historia.

Avísenme si encuentran la respuesta.

 

“Dime con quién enlazas”; en: Cubaencuentro, Madrid,19 de junio, 2001. http://www.cubaencuentro.com/meridiano/2001/06/20/2757.html.

 





Guerra on line

8 05 2001

La guerra de guerrillas del siglo XXI ha comenzado.

Tras el incidente entre China y Estados Unidos en que resultó muerto un piloto de combate asiático, y la disputa diplomática, rehenes mediante, miles de “voluntarios” hackers chinos pusieron en acción la variante on line de la guerra de guerrillas. Seiscientas cincuenta webs del gobierno norteamericano, instituciones, empresas y universidades han sido el blanco.

El FBI ya había advertido que un ataque masivo en la red podría producirse, de modo que muchas instituciones tomaron sus precauciones y tuvieron menos que lamentar. Otras, no corrieron la misma suerte.

Entre las webs atacadas estuvieron, por supuesto, la de la CIA, pero también la de la Liga de Fútbol Americano, bancos de California, centros médicos, universidades e institutos de investigación. Uno de los sitios más atacados fue http://www.whitehouse.gov, el sitio de la Casa Blanca, a la que Bush llama “la casa de todos los norteamericanos”, frase que los hackers ampliaron hasta convertirla en la “casa de todos los chinos”. Durante seis horas, el servidor de la Casa Blanca anunció “denegación de servicio” como consecuencia de una sobresaturación en la demanda de acceso. Aprovechando la denegación de acceso, los hackers se “apropiaron” miles de computadoras conectadas a la red, que a su vez solicitaron masivamente acceso a las webs atacadas. Se generó una demanda que multiplicó por ocho la capacidad de los servidores, y como consecuencia se produjo el colapso.

Los patrióticos hackers norteamericanos respondieron al ataque dejando fuera de combate a cientos de portales de Pekín, centros de investigación científica, instituciones militares y del gobierno asiático.

La acción delictiva, “insurgente”, o la pura gamberrada de los hackers, cuya aparición data de los comienzos de Internet, ha dado paso a organizados rangers on line. Se disparan subrutinas y líneas de comando, se derraman bytes en lugar de sangre. Los misiles portadores son las inofensivas líneas telefónicas. Basta un PC doméstico, más barato que un fusil de asalto con mira infrarroja, y un breve entrenamiento, para contar con un soldado en la red. No importa que sea miope, tenga los pies planos o corra los cien metros planos en diez minutos. Este nuevo “modelo” de guerra parece más light y, por supuesto, menos televisivo que la Guerra del Golfo. Pero las apariencias engañan. En un mundo cada vez más interconectado y donde desde las transacciones financieras hasta las órdenes militares, o una operación quirúrgica, se producen on line; un ataque organizado de hackers puede dislocar los servicios de emergencia, obstruir la acción médica, enloquecer las finanzas o sabotear los sistemas de comunicaciones de los que depende el tráfico aéreo. No sólo bytes serán derramados en tales circunstancias. Lógicamente, los países industrializados cuentan con más medios para repeler (o lanzar) ataques de esta naturaleza; pero al mismo tiempo son más vulnerables, dado su alto grado de interconexión. Aunque, por otra parte, el recurso esencial en esta guerra cibernética es el talento, que florece en todas las latitudes. Si un hacker solitario es capaz de crear un virus que provoque pérdidas multimillonarias, ¿qué efecto podría producir un destacamento de hackers adiestrados y dotados de todos los medios por un gobierno? ¿En qué medida serán efectivas las contramedidas y las “fire walls” ante ataques de esa naturaleza?

La guerra on line es algo que todavía está por ver. Por lo pronto, la Casa Blanca tuvo “un chino atrás” durante seis horas.

Guerra on line”; en: Cubaencuentro, Madrid, 8 de mayo, 2001. http://www.cubaencuentro.com/meridiano/2001/05/08/2239.html.





Chatchareo

4 01 2001

Reconozco que hasta el día en que tuve la suerte de que me encomendaran moderar nuestro Encuentro en la Red a viva voz, es decir el chat que nos reúne aquí cada noche/tarde entre 11:30 y 12:30 de la noche (hora española) ó 5:30-6:30 (hora de Miami y La Habana), no había entrado a ningún chat. Antes que se abriera el nuestro, probé a ingresar en algunos para ver cómo funcionaban, y la experiencia me desanimó: bajo la capucha del anonimato, los contertulios aprovechaban su tiempo en dilapidarlo alegremente hablando sandeces en el mejor de los casos, o pasando a la ofensa, el insulto y la grosería en el peor (aunque siempre se puede ser peor). La incomunicación y el stress de la vida contemporánea, quizás explicaría esa necesidad de vomitar introversiones y rencores en la red, salpicando al personal.

De modo que el primer día abrí el chat con (fundados) temores de que aquello deviniera en un gallinero de mil gallinas carareando en idiomas distintos. Los cubanos somos (para bien y para mal) emocionales y de lengua rápida (no siempre certera). Con frecuencia hacemos caso omiso a la recomendación de asegurarse que el cerebro está conectado antes de empezar a hablar. Y, ciertamente, el primer chat fue algo caótico, aunque ni de lejos se acercó a mis peores predicciones. Más de una hora de criterios divergentes sin un solo insulto o descalificación, es algo más que notable en esta red de redes.

Intentando establecer ciertos principios que modularan nuestro intercambio durante esa hora de diálogo, la primera semana encabecé el chat con este texto:

«Queridos amigos: ante todo, deseo compartir con ustedes este Encuentro que, como explica Jesús Díaz en nuestro editorial, intentará facilitar la comunicación y el diálogo entre los cubanos de todas las latitudes, con el mayor respeto, pero también con la mayor libertad para que cada uno exprese sus propias ideas.»

«Ninguna idea, ningún criterio será censurado. Sólo abominamos de los llamamientos a la violencia, la ofensa personal, u opiniones discriminatorias de cualquier orden.»

«Aspiramos a que éste se convierta en el espacio de todos, piensen lo que piensen y vivan donde vivan; aunque sabemos las extraordinarias limitaciones que pesan sobre los que residen en Cuba para tener acceso a la red. Lamentablemente, no está en nuestras manos remediarlo. Pero mantenemos nuestra disposición de que, quienes puedan y lo deseen, nos acompañen.»

«Este lugar no es, obviamente, un foro de intelectuales. Es un foro de cubanos o de personas que se interesan por el tema cubano, desde cualquier óptica o perspectiva. Por eso no obviaremos ningún tema —política, cultura, deporte, realidad social o cualquier otro que se les ocurra—, y serán ustedes mismos quienes vayan aportando el fluir de nuestro diálogo.»

«Pero aspiramos, eso sí, a que ejercitemos el viejo arte de la buena conversación, que suele ser amena y sustanciosa, sin excluir el buen humor o la franca discrepancia (por muy duro que tecleemos, ninguna voz aquí se alzará más que la otra).»

«Todos los cubanos necesitamos comunicarnos, en ocasiones por esa soledad en compañía a la que nos confina el exilio en los puntos más inverosímiles del planeta; en otras, porque se nos ha confinado en el exilio del silencio, el peor de todos. Por eso, ustedes tienen la palabra».

Ese texto,que ya hoy no aparece, se ha convertido, por suerte, en algo innecesario.

Debo reconocer que yo soy el primero y feliz asombrado, de que en menos de una semana nuestro chat haya tomado un rumbo que es un excelente presagio para la futura convivencia de todos los cubanos. Desde Estados Unidos, Chile, México, Colombia, España, Portugal y (sospechamos, porque a nadie se le insta a decir de dónde viene) Cuba, han acudido compatriotas, portando cada uno su experiencia, su cubanía (no confundir con el cubaneo, aclaró un internauta la semana pasada) tamizada por el entorno donde viven. Ha habido intercambio de opiniones basadas en una sólida y meditada percepción de nuestra realidad, puntos de vista alternativos, en ocasiones diametralmente opuestos, pero ninguna voz ha puesto en circulación la ofensa o la descalificación barata como argumento. Si «el compañero que nos atiende» ha entrado de vigía al chat, confiando informar del parloteo agresivo y torpe de la «gusanera» y la «mafia anticubana», se las habrá visto negras para redactar su informe sin dar cuenta de la inteligencia, la mesura y el buen ambiente del debate entre esta «escoria» repartida por medio mundo.

En uno de los primeros chats, un internauta, en respuesta a una intervención mía donde intentaba conducir el diálogo por un camino reflexivo, me soltó: «Ya se nos puso almidonado el moderador». Y tenía razón. El temor a que el diálogo resbalara hacia la banalidad y el «chatchareo» vacuo, hizo que en ocasiones me «almidonara». La derogación de esos temores por el curso que ha ido tomando el chat y que se debe, justo es reconocerlo, a la capacidad de diálogo de quienes participan, más que a mi propio papel como moderador, ha obsoletizado el almidón. De modo que el chat se ha ido decantando hacia la textura de la buena conversación: esa donde la reflexión y el chiste conviven sin obstruirse, y el análisis colectivo de un tema que a todos nos preocupa, deja margen para el diálogo «a lo cortico» entre dos cubanos que intercambian emails y acuerdan transmutar el encuentro virtual en un acto físico.

Todos echamos de menos más presencia de compatriotas residentes en la Isla, pero poco podemos hacer al respecto. Sólo invitarlos y extrañarlos.

Un índice positivo es que cada noche el chat se extiende más de lo establecido, y cunden las protestas porque a muchos la hora de «chatchareo» les sabe a poco. Yo sospecho, en cambio, que su duración es también parte de su éxito: nos quedamos cada noche con ganas de continuar mañana, y disponemos de un día para rumiar opiniones inesperadas, o réplicas que nos inducen a la duda, la mejor de las gimnasias mentales. Hasta hoy, no hemos llegado nunca a ese punto muerto donde no queda nada que decir. Y es un estímulo que así sea.

Una desventaja del chat respecto a la conversación real es que tenemos las manos ocupadas tecleando y no podemos hablar con ellas —ni nos verían—. Otra, que no podemos mirar a los ojos del que habla, y debemos conformarnos con mirar sus palabras —eso ya no estoy muy seguro de que sea siempre un handicap.

Pero hay ventajas: El diálogo imposible con un cubano que vive en las antípodas, se hace realidad. Nadie interrumpe a nadie porque los textos aparecen en orden estrictamente sucesivo. No influyen ni el cargo, ni la categoría ni el status de quien habla: en la red todos somos democráticamente iguales. Tampoco convence quien más grita, porque a lo sumo puedes escribir en mayúsculas. También permite la interdigitación de varios diálogos simultáneos, sin que la conversación se convierta en algo ininteligible.

La vanidad de quienes ejercemos alguna tarea intelectual, nos inocula con lamentable asiduidad una suerte de hipoacusia selectiva de las opiniones ajenas. Estamos muy ocupados escuchándonos a nosotros mismos, o (con)venciendo al prójimo mediante un abusivo KO cultural. En el chat escucho más de lo que digo, y lo mejor es que escucho muchísimas opiniones interesantes, cosa que agradezco desde aquí a quienes ya han participado, y de antemano a quienes lo harán en un futuro.

Los cubanos no recibimos durante la primera mitad de siglo una sólida educación para la democracia —esa capacidad de respetar, como principio, a toda persona; y de respetar aunque no se acate el pensamiento ajeno—; y peor aún en la segunda mitad, donde se nos impuso un pensamiento único en cada orilla. En una, sin otra apelación que el exilio.

De modo que estamos obligados a adquirir un curso ultrarrápido de educación democrática, si pretendemos que la Cuba del mañana sea ese sitio plural y entrañable al que aspiramos. No será un chat, por supuesto, el que nos enseñe; sino la convicción de que nuestra libertad no es un mero ornamento, de que nuestra voz merece un lugar —ninguno y todos no son alternativas viables— en el concierto de lo cubano, y que delegar en otros el ejercicio del pensamiento, es la mejor manera de vender a precio de saldo nuestra libertad.

“Chatchareo”; en: Cubaencuentro, Madrid, 4 de enero, 2001. http://www.cubaencuentro.com/lamirada/2001/01/04/564.html.