Carga al machete contra la cabalgata

15 01 2000

El pasado cinco de enero, el Centro Cultural de la Embajada Española en La Habana tuvo la aciaga iniciativa de escenificar en la capital cubana una cabalgata tradicional de los Tres Reyes Magos. Según el reporte de Reuters firmado por Pascal Fletcher, «se realizó (…) incluso con una escolta de la policía motorizada», y cita a diplomáticos españoles acreditados en la Isla, que junto a empresarios se disfrazaron para la ocasión: «Esto fue una actividad organizada para los niños con la aprobación de las autoridades cubanas», y aseguran que la embajada había realizado dos eventos similares en La Habana en los últimos años. Como es tradicional, durante la cabalgata se lanzaron caramelos a los niños.

La reacción de las autoridades insulares fue inmediata y virulenta. Un reportaje sobre el suceso fue transmitido por la TV cubana, comentado por el periodista F. Arencibia, quien lo calificó de espectáculo insólito y humillante: «Había cierto placer en el gesto de ir tirando confituras y caramelos al suelo, mientras los niños corrían varias cuadras, poniendo en peligro sus vidas en medio del tráfico de ese horario». Ya en el Centro Cultural de España, narró el comentarista, se formó el gran caos. La televisión cubana y Juventud Rebelde calificaron de «mamarrachos» y «payasos» a los diplomáticos y empresarios españoles que se disfrazaron. «¿Con qué derecho humillan a nuestros niños, lanzándoles caramelos al pavimento o al fango, según la puntería de los mamarrachos?», escribió Rosa Miriam Elizalde en «Magos de Pacotilla», publicado en Juventud Rebelde. «A los cubanos nos cuesta creer que aquellos ‘reyes picúo’ eran diplomáticos acreditados (…) ¿Cómo se puede perder el sentido del ridículo en un país tan respetuoso de la dignidad humana?», añade y califica de «ridícula caravana de coches con la parodia de los tres reyes magos a cuesta, lanzando contra nuestros niños caramelos como limosnas y confesando impúdicamente su intención de traernos de vuelta tradiciones que vinieron por primera vez junto a la espada y la cruz donde quemaron al indio Hatuey, y con la moral esclavista de dar un día de premio a los que deben sufrir el resto del tiempo».

El propio Fidel Castro, en la clausura del Fórum de Ciencia y Técnica, se refirió a la cabalgata: «No queremos echar leña en el fuego de las relaciones con España, pero que nadie dude de que toda grosería, toda provocación, todo insulto tendrá adecuada respuesta». Y explicando por qué se transmitió el suceso afirma: «Era duro, era doloroso tener que transmitirlo. Pero no hay que temer a la verdad. No hay que temer a los hechos. Aquello no era una falta de nuestros niños. De los niños pobres de aquella área; hay áreas muy pobres en aquella zona. No vamos a echarle culpa a los niños que empiezan a ver una actividad que creen que es legal y fueron y les lanzaron los caramelos, lo que nadie debió haber hecho nunca». (Fidel Castro no hizo referencia al por qué hay áreas muy pobres en aquella zona. Seguramente es culpa del Imperialismo) «Nadie debió haber cometido el ultraje de lanzarles caramelos a los niños, crear el desorden, como hicieron allí. Ellos llevaron fotógrafos y llevaron todo, para exhibir, seguramente, esas fotos en el exterior». (Olvida que allí estaban también las cámaras de la TV cubana; y no explica su tesis sobre el ultraje y los caramelos: ¿será por la salud dental, o acaso que la dignidad consiste en quitarle por igual los caramelos a todos los niños, salvo que sus papás tengan dólares?) «Al pueblo —insistió— hay que decirle la verdad. Si estamos publicando todas las catástrofes que pasan como consecuencia de la Ley de Ajuste, cómo no divulgar lo ocurrido el día cinco». (Resulta maravilloso que se reconozca este derecho al pueblo cubano. Confiemos que se siga poniendo en práctica).

En su artículo «Pinocho Fletcher y los Tres Reyes Raros» el periodista Félix López da cuenta de la Mesa Redonda Informativa que bajo el título «Ni Reyes, ni Magos», analizó los sucesos. Bajo el acápite «Noventa minutos de Infamia» se arremete contra las autoridades españolas, y Rogelio Polanco, director de Juventud Rebelde, negó rotundamente que los españoles hayan tenido autorización de las autoridades cubanas: «Es absolutamente falso. Ni el MINREX, ni el Poder Popular de la capital, ni las autoridades de La Habana Vieja ni de Centro Habana recibieron solicitud para la realización de esa actividad. No hay ni una sola comunicación sobre ese tema. Por eso le pedimos a los organizadores que muestren un solo papel que los autorice a hacer lo que hicieron ese día.»

Lo inexplicable es que una cabalgata no autorizada fuera puesta en marcha por los diplomáticos españoles; y más inexplicable aún que la TV cubana estuviera presente para grabar un suceso que supuestamente no sucedería.

Una buena parte de la Mesa Redonda se dedicó a atacar al reportero de Reuters, Fletcher, que culminó con la intervención de Manuel Hevia, especialista del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, quien caracterizó a Fletcher como «ofensivo al compañero Fidel», eco «de las declaraciones de los cabecillas de la contrarrevolución» y citó «sus enfoques negativos sobre la situación económica en Cuba y la actitud hostil hacia la Revolución». Se refirió también a «la manera en que (Fletcher) ha obtenido, pagado y publicado información sobre temas sensibles de la economía cubana, algunas de los cuales han causado graves problemas al país».

Una participación destacada en la Mesa Redonda fue de la periodista Arleen Rodríguez, quien citó a Vicente Verdú (El País) y su artículo sobre la pérdida de la tradición de los Reyes Magos, «por la competencia del mercado y por la invasión que han tenido del Papá Noel norteamericano». (Una tesis respetable, pero discutible para cualquiera que en España contemple la celebración del Día de Reyes, amén de que Papá Noel no es norteamericano). Y la periodista cita al propio Fidel Castro: «Ahora les ha dado por la tontería de decir que estamos contra los Reyes Magos, y contra sus tradiciones. No, hombre, no, si todos nosotros de cierto modo somos Reyes Magos…» (Ahora resulta que son cuatro. Aunque se sabe que los primeros tres fueron enviados al paro a inicio de los 70 por el cuarto, cosa que también explica la periodista de JR citando al Rey Fidel) «La verdadera razón por lo que se trasladó para julio la fiesta de los niños es la misma por la cual se habían suspendido las festividades de Navidad que interrumpían las actividades laborales durante casi dos semanas. Y es que las zafras tenían que comenzar a fines de noviembre y realizarse con cientos de miles de trabajadores voluntarios…».

Decididamente, o el gobierno cubano padece amnesia o la padezco yo: Fidel Castro nunca supo que había prohibido durante décadas a John Lennon, y la abolición de los Tres Reyes Magos fue obra del Ministerio del Azúcar y no de la política ideológica. Pronto nos enteraremos de que la Ofensiva Revolucionaria fue tarea del Ministerio de Salud Pública por razones higiénicas; las UMAP fueron campamentos de verano donde se recluyó, entre otros, a creyentes, por la época en que el MINAZ suprimía las Navidades; y los balseros son cadetes de marina en prácticas con problemas de orientación.

“Carga al machete contra la cabalgata”; en: Cubaencuentro, Madrid,  15 de enero 2001. http://www.cubaencuentro.com/encuba/2001/01/15/717/2.html.


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