La consagración, no solo de la primavera

30 10 1991

Antes de salir por ahí, con mi grabadora y ciertas preguntas ──mediante ellas hice de abogado del diablo y de los dioses al mismo tiempo──, todas encaminadas a responder una (¿qué es la consagración de la que tanto se habla en la Cuba de hoy mismo?), y cuya respuesta es aparentemente obvia, me vi obligado a buscar la definición en mi maltrecho diccionario. Resultó que consagrar es «dedicar a Dios, a los dioses», pero también «sancionar, hacer duradero», y «ofrecerse, dedicarse».

Y reflexioné que de todo eso debería tener la verdadera consagración, porque aquel que dedique su vida a perseguir un objetivo, tiene que creer en él con la fe de aquellos primeros cristianos en el circo, frente a los leones. Del mismo modo, nada duradero se obtiene sin una profunda consagración, nada que la historia definitivamente sancione. Y la palabra «ofrecerse», implica ofrecerse todo, depositar la vida a cambio de algo que la valga.

Y así, con esas mínimas nociones de diccionario, empecé a indagar en diferentes centros de investigaciones científicas

 

¿Qué es la consagración?

 

Pero la respuesta no resultó tan sencilla:

Marimé Vázquez (Biotecnología): Nos sentimos realmente consagrados, porque nos dedicamos al trabajo y al estudio desde la mañana a la noche. Sergio Valdés (Instituto de Investigaciones de la Industria Alimenticia): Pienso que la única forma de hacer investigación y que sirva, que salga rápido en un mundo tan dinámico como el actual y con un atraso tecnológico como el de Cuba, es consagrándose al trabajo. Ocho horas no alcanzan para investigar e informarse, estar al tanto de lo que pasa en el mundo. Pero la consagración como slogan, como meta, es negativo. Si yo hoy requiero trabajar diez, doce, veinticuatro horas, tengo que estar dispuesto a hacerlo. Y eso no es teoría. Aquí se ha dado: en fermentaciones y biotecnología, por ejemplo, donde se trabajan procesos continuos que duran 24, 30 horas. Pero si yo hoy terminé mi trabajo a las cinco, que por meta me tenga que quedar hasta las ocho o las nueve, eso es perder el tiempo. Consagración es dedicar todo el tiempo necesario al trabajo.

Tania González (Biotecnología): Para la consagración es imprescindible que uno sienta que es necesario para el país. Esto se aprende. Ser de los primeros en el mundo en la biotecnología sería imposible trabajando al mismo paso que en laboratorios similares de otros países. La única solución sería trabajar a paso redoblado. Acortar la distancia. Por eso el concepto de consagración implica un concepto político.

Roger Rubiera (Biotecnología): La consagración no se puede medir por el tiempo que uno está en el centro de trabajo, sino por un principio: el trabajo como elemento fundamental en la vida.

Manuel Rodríguez (Biotecnología): No es lo mismo trabajar 12, 15 horas obligado, que hacer algo que a uno le guste, y hacerlo con amor. Y aquí la gente joven se siente que son algo, que son útiles. Te estimulan tu inteligencia, y eso te da fuerzas para sacrificar muchas cosas.

Dr. Pedro Paglo Arias (INFUNCE): Consagración no es estar en un lugar cierta cantidad de tiempo por encima de la jornada laboral. Se puede permanecer diez horas y no ser productivo. Tampoco es dejar de dormir por dejar de dormir. Consagración es simplemente amor por lo que uno está haciendo. En ese caso uno hace en cada momento lo que tiene que hacer. Sólo por amor. Es la única manera de ser productivo. Puedes estar en tu casa y de pronto empezar a pensar en una idea y ponerte a trabajar. Sin que nadie te obligue. La consagración no se puede imponer o decretar. Tomemos el caso de una mujer que tiene que trabajar en una óptica, por ejemplo, no porque le guste, sino porque debe ganarse la vida y ese fue el trabajo que consiguió. Ella no ama ese trabajo, y aunque esté catorce horas en la óptica, no va a consagrarse jamás a su trabajo, porque no lo ama. Ahora bien, en ese caso el trabajador tiene que tener conciencia de que está obligado a hacer bien su trabajo. Conciencia. Pero no se puede asegurar que todo el mundo tenga esa conciencia. También se da el caso de gente que entra a un trabajo, a una profesión, porque fue lo que encontró, y con el tiempo llegan a amar su trabajo, a consagrarse a él.

 

Ni algo nuevo ni algo raro

 

Dra. Eloína Díaz Miniet (INFUNCE): La consagración tampoco es algo nuevo. Todos los grandes científicos han vivido consagrados a su trabajo.

Roger Rubiera (Biotecnología): Un científico, no sólo en Cuba, sino en cualquier lugar, no se concibe sin consagración. Y eso se aprende, se adquiere.

Manuel Rodríguez (Biotecnología): La gente ve que la consagración es algo raro. Pero en el mundo existe mucha gente que se consagra así. En Cuba nuestro centro es el que ha inaugurado ese modo de trabajo.

No hay dudas: millones de hombres se han consagrado a lo largo de la historia a perseguir sus sueños, y en ello han invertido la propia vida. Hay sueños grandes y pequeños, sueños mezquinos, egoístas, miserables; y sueños altruistas, incubados en la mejor porción del hombre. Se consagraron Einstein, Madame Curie, Finlay, del mismo modo que se consagró Edison ──tanto a sus inventos como a sacarles partido──; se consagraron Modigliani y Van Goth en medio de la pobreza, como Balzac se consagró a la gran literatura y a la alta posición social que ambicionaba obtener por esa vía. También se consagraron al poder Hitler, Isabel de Inglaterra y Felipe II. Y cuantos ricos han edificado su propia fortuna, lo han hecho consagrándose a la tarea de hacer dinero. El inmigrante que llegaba a Cuba con la idea de levantar una fortuna, malcomía y malvivía durante años, trabajando jornadas que hoy ni sospechamos, sostenido por esa esperanza. De modo que la consagración es tan diversa como la pluralidad de objetivos del hombre. Y no quiero decir que un superobjetivo nada altruista invalide el fonógrafo o Papá Goriot, o que los decenios de sudor y hambre durante los cuales el gallego de la esquina construyó su bodega sean deleznables. Buscando la fortuna o la gloria, satisfaciendo la ambición o la vanidad, muchos hombres prestaron un servicio a la sociedad, por lo que no pueden ser tan fácilmente descalificados. De ahí que más allá de los aspectos puramente disciplinarios o anecdóticos que entraña el tan al uso concepto de la consagración, me haya interesado por los móviles, los riesgos e inevitables desgarramientos que implica todo acto de entrega.

 

Quince horas al día

 

Marimé Vázquez (Biotecnología): Nosotros, casi todos, empezamos a trabajar aquí. Este ha sido nuestro primer trabajo, y estamos habituados a este sistema y a este horario (de 7:30 u 8:00 hasta las 11:00 pm).

¿Qué tiempo emplean diariamente en estudiar?

Vladimir Martínez (Biotecnología): Depende. A veces dos horas, a veces quince minutos, a veces no puedes. Hay que planificarse, y a largo plazo, de modo que la intercalación del estudio no afecte el trabajo.

¿No asumen el horario como una imposición?

Niurka Meneses (Biotecnología): Nuestra estancia en el centro es voluntaria. Cuando entramos se nos explican las características del centro y las aceptamos. Lo voluntario es estar en el centro o no. Cuando estás, cumplir el horario es un problema de disciplina.

Roger Rubiera (Biotecnología): Pienso que en este momento la mejor medida de la consagración es el tiempo que uno permanece en el centro. Hay que crear una tradición, obligándose a trabajar una cierta cantidad de horas para medir la consagración. No digo que sea el mejor parámetro, pero…

Sergio Valdés (Instituto de Investigaciones de la Industria Alimenticia): Pero todo lo que se pone como meta indiscriminada, no da buen resultado. La gente empieza a simular, a perder el tiempo. Incluso hay muchos investigadores que aún no aprovechan las ocho horas. ¿No les ha ocurrido que a las ocho de la noche se encuentren de pronto sin nada que hacer?

Roger Rubiera (Biotecnología): Eso pasa, pero raras veces. No se puede educar a la gente en la consagración dando tiempo libre, sobre todo en una sociedad donde no ha habido tradición científica, ni mucha tradición de trabajo tampoco. El horario obligado es necesario, para que la gente no se acomode y se pierda la consagración. En su primera fase, esta nueva política tiene que ser obligatoria.

¿En realidad para ustedes la consagración es el respeto a una disciplina o un acto voluntario de entrega?

A coro: Voluntario.

¿Si se eliminaran los controles, el horario, la tarjeta, seguirían quedándose día a día hasta las once de la noche, sólo gracias al interés por su trabajo, voluntariamente?

Niurka Meneses (Biotecnología): Hay casos en que yo considero que sí, pero es que… Primero hay que educar, crear una disciplina, sobre todo a los nuevos egresados. Considero que consagración es también un concepto aplicable a todos los trabajadores: aprovechando bien las ocho horas, trabajando con dedicación, hacerlo con amor.

 

Además de que…

 

Dra. Eloína Díaz Miniet (INFUNCE): ¿Qué condiciones hay para esa consagración? En otros centros, por lo que conozco, sí hay condiciones para ese tipo de consagración. Incluso se ha procurado que tengan vivienda cerca del trabajo.

Manuel Rodríguez (Biotecnología): Además de que las condiciones son muy buenas, y eso le permite a uno consagrarse.

Este aspecto es sumamente interesante, dado que implica el aspecto material de la consagración, tan delicado como el moral. El cubano común vive sumido en una enorme cantidad de vicisitudes que impone la cotidianidad, de ahí que una buena parte del talento (en una sociedad altamente instruida) se pierda diariamente en suplir con astucia y laboriosidad las carencias, garantizar un nivel de vida medianamente aceptable para la familia y cumplir los deberes y obligaciones ciudadanas. Sustraer en ciertos centros especiales a los investigadores de esas carencias, garantizándoles condiciones óptimas de trabajo, libera una parte sustancial de sus capacidades, que pueden dedicar íntegramente al trabajo; pero al mismo tiempo entraña un peligro potencial: el divorcio paulatino entre la realidad real y la realidad in vitro concebida para facilitar su trabajo. ¿Fomentaría una conciencia de elegidos, una mentalidad de casta? ¿Util o nociva? Son ya muchas las preguntas tangenciales, de modo que mejor dejo a ellos la palabra.

 

¿In vitro?

 

¿Corren el peligro de ir desligándose del ambiente normal de la Cuba de hoy, vivir in vitro en una atmósfera diferente (sustancialmente diferente) donde almuerzan, comen, trabajan y hacen prácticamente la vida entera?

Tania Gonzáles (Biotecnología): No. De eso se encargan las organizaciones políticas. La preparación política e ideológica está garantizada: se dan conferencias, seminarios.

Yo me refiero a la praxis cotidiana. Además, ¿en qué medida puede afectarlos en su formación general, cultural (lecturas, teatro, cine, actualidad) el trabajar diariamente desde las ocho de la mañana a las once de la noche.

Tania Gonzáles (Biotecnología): Eso depende. No es crítico. Aquí los jóvenes leen, van al teatro, al cine, y comentan después. Pero es más restringido. Si algo es un jueves a las ocho de la noche, no podemos ir. Yo, por ejemplo, guardo siempre vacaciones para el festival de cine latinoamericano. Mira, por ejemplo, a casi todas las actividades organizadas por la juventud, hemos ido. Traemos algunos grupos musicales, ponemos películas los sábados no laborales.

Manuel Rodríguez (Biotecnología): Y cuando llegamos a la casa el fin de semana, chocamos con los problemas.

Roger Uguera (Biotecnología): Y también es cierto que yo en mi casa el período especial no lo vivo como lo vive la gente de la calle. Claro, tampoco es una cárcel. Uno tiene la posibilidad de interactuar con la sociedad, pero no como los demás trabajadores.

Por supuesto, la consagración (único modo, repito y no me canso, de alcanzar algo verdaderamente grande) exige su precio. Vaya, no obstante, una nota al margen: En un mundo interdisciplinario y complejo como el actual, es tan importante que un bioquímico sepa de bioquímica, como que viva al tanto de las coordenadas sociales, políticas y culturales de su época. Ya alguien dijo: «El médico que sólo de medicina sabe, ni de medicina sabe». Tras un período de galopante especialización ──el especialista es quien sabe mucho de poco, y corre el peligro de llegarlo a saber todo de nada──, la ciencia se ha visto obligada a volcarse hacia los estudios interdisciplinarios y la generalización ──saber poco de mucho, evitando saber nada de todo──, porque la verdad elude siempre las clasificaciones, y es imposible adquirir una sólida cultura física o química, hay que adquirir una cultura. Ejemplos sobran de estas interconexiones entre los campos más disímiles del saber humano. No se trata, por tanto, de un preciosismo, sino de un asunto eminentemente práctico. Pero hay algo más sensible en el orden social:

 

Padres e hijos

 

¿Piensan su vida ligada a este centro o lo ven como una zona de tránsito y aprendizaje antes de pasar a otro lugar?

Marimé Vázquez (Biotecnología): Ligada a este centro o a otro similar. Es el ambiente donde nos gustaría trabajar siempre.

¿Qué creen de esta estructura laboral en relación con la atención y la educación de los hijos?

Niurka Meneses (Biotecnología): A todos nos han educado mal, en el facilismo y sin trabajar mucho para merecerlo. Y pienso que eso es importante: educar a los hijos en que para obtener algo hay que trabajar mucho, y que antes de lo fácil hay un período difícil de siembra. En ese poquito de tiempo que me quede, atenderé a mis hijos. Además, aquí las madres tienen otras consideraciones: salen más temprano, recogen a los niños en el círculo (que trabaja hasta las nueve de la noche), o en la escuela a las cinco de la tarde. Por tanto, pienso que es una interacción más o menos normal con los hijos. Y en muchos casos el padre y la madre se turnan para recoger a los niños. Para educar a los niños se dispone de tiempo. De todos modos, el esfuerzo es mayor que si trabajara en otro centro.

Sergio Valdés (Instituto de Investigaciones de la Industria Alimenticia): Mira, yo tengo dos hijos y estudio con ellos, los atiendo, pero cuando se acuestan vuelvo a sacar la revista o el informe.

Manuel Rodríguez (Biotecnología): Hay quienes están las 24 horas en su casa y no le dan al hijo el calor necesario. Y tienen el tiempo. Lo importante es que cada cosa que tú hagas la hagas con mucho deseo, con amor. Quizás como uno tiene poco tiempo, ese tiempo se lo dedica a los hijos con mucho amor.

Roger Uguera (Biotecnología): La consagración exige sacrificios y limitaciones, incluso para la educación de los hijos. No es lo mismo verlo a partir de las cinco, que salir todos los días a las once de la noche. Pero si uno se decide a consagrarse al trabajo, tiene que limitarse en todo lo demás y asumir las consecuencias.

Tengo amigos que por razones de orden profesional han decidido no tener hijos. Su consagración al trabajo es tan absorbente, que no les permitiría el ejercicio de la paternidad (maternidad) en detrimento de una parte del tiempo que hoy invierten en la esfera profesional. Criterio que no comparto, pero que tampoco censuro. Lo cierto es que al tener un hijo, estamos creando algo más importante y perfecto que un biopreparado o una sinfonía: un ser humano. De la consagración con que asumamos ese acto depende la sociedad de mañana. Y eso no es exclusivamente un asunto de tiempo, pero es también un asunto de tiempo. Sobre ésto nada se puede decretar, sólo invitar a la reflexión: La práctica demuestra que entre los hijos de personas profundamente dedicadas a su trabajo, abundan los seres incompletos, hambrientos de afecto, dotados de la peor infelicidad: la desatención que las buenas condiciones de vida o los regalos jamás podrán suplir. Conseguir el equilibrio exacto entre las esferas profesional y familiar es algo que cada uno deberá conseguir por si mismo: la economía, la cultura y la sociedad no pueden negarse mutumente.

 

Flexibilidad

 

Lic. Lidia González (INFUNCE): El amor a un trabajo se puede tener, pero también se puede aprender. Ahora bien, si hay factores que lejos de educarme en ese amor al trabajo, me bloquean el surgimiento de ese amor, no puede haber consagración. Eso puede ser la imposición: quizás yo soy más productiva de madrugada, pero por razones organizativas, tengo que trabajar en horario diurno. Eso se resolvería con un poco de flexibilidad, conjugando lo general con lo individual, sin leyes rígidas. A veces se crean leyes para controlar la disciplina laboral, que lejos de controlarla, la afectan.

 

El tiempo de los resultados

 

Dr. Pedro Paglo Arias (INFUNCE): Y pienso que el horario no es una buena medida. Al trabajador se le debe pagar más por sus resultados, que por el tiempo invertido. Aunque hay que tener en cuenta que tampoco es positiva la insistencia en la obtención de resultados en muy corto tiempo, las presiones en ese sentido pueden afectar la calidad del trabajo. La ciencia es cosa de tiempo y reflexión y búsquedas.

¿Hoy no se puede medir por los resultados?

Roger Rubiera (Biotecnología): Sí, pero también por el tiempo.

Vladimir Martínez (Biotecnología): La biología molecular es una ciencia nueva que se está abriendo paso ahora en Cuba. Todo el mundo acaba de salir a caminar en esa ciencia y todavía no se ha avanzado lo suficiente como para que las ideas tenga que ser más finas. Basta con caminar. Y mientras más rápido lo hagas, más lejos llegarás. Eso está relacionado con el tiempo que dediques. Y no se puede hacer biología molecular en la casa.

Sergio Valdés (Instituto de Investigaciones de la Industria Alimenticia): Hemos tenido investigadores dedicados, laboriosos, pero sin madera de investigadores y, por tanto, sin resultados. Los hemos tenido que pasar a la producción, y allá son magníficos técnicos. Porque también eso depende de las capacidades y cualidades de cada uno. Y a partir de eso evaluamos al investigador. Ningún verdadero investigador puede desconectar aunque esté en su casa, en la playa, de vacaciones.

 

Dos notas marginales y varias conclusiones no conclusivas

 

Dra. Eloína Díaz Miniet (INFUNCE): Sería mentiroso decir que el hombre puede trabajar como una máquina, porque en realidad no rendiría. Como todo ser vivo, el hombre necesita respetar sus ciclos de actividad y descanso.

Y esa reflexión me lleva a recordar una política que se está aplicando con los investigadores en muchos centros del mundo: conceder cada vez un mayor margen de tiempo libre. ¿Por qué? La ciencia, como todo acto de creación, no puede ser normada. Se puede asegurar que un ensamblador de circuitos integrados produce más circuitos en ocho horas que en cuatro, y más aún en doce (aunque la curva de cansancio haga declinar la productividad e incremente el margen de error); sería una falacia, en cambio, que un científico de quince horas‑laboratorio sea necesariamente más creativo que uno de ocho. Fomentar la creatividad implica, en primer lugar, crear las condiciones para que esa creatividad no se pierda por falta de medios, cosa que en algunos centros, entre ellos los del frente biológico (no así en otros) se está haciendo. En segundo lugar, fomentar el clima imprescindible de creatividad, dado por el nivel de los intercambios, la información, la emulación, la estatura de los objetivos planteados y la exigencia en la preparación profesional de los investigadores. Y algo crucial que es la necesidad de diferenciar con largueza la creatividad de la repetición. Tanto en términos de prestigio como de retribución. Hoy las diferencias son escandalosamente mínimas. Ya entonces viene la parte subjetiva: ¿Cómo lograr que cada investigador de el máximo de si? Ante todo, subrayando el carácter volitivo del acto de creación, es decir, ampliando en la medida de lo posible (y en la medida que la productividad del investigador lo merezca) su libertad para autoadministrarse. El jefe más exigente de quien ama su trabajo es él mismo. Y es fácil ──en esos centros donde no funciona una legislación laboral paternalista── «prescindir de los servicios» de quien aproveche el tratamiento abierto para ejercer la vagancia, o de quien simule que sí, pero los resultados demuestren que no.

Dr. Pedro Paglo Arias (INFUNCE): Habría que trabajar en el sentido de acercar a la gente a su trabajo, una búsqueda en el orden vocacional.

Si bien es cierto que garantizar a cada uno un empleo acorde con su vocación sería lo óptimo para asegurar su amor y consagración al trabajo, eso es por ahora una utopía: la propia vocación es aún para buena parte de la humanidad un misterio no resuelto, y no hay sociedad que sea capaz de garantizar a cada cual el empleo con que sueña. Pero lo que sí se impone, para que cada cual se consagre y rinda el máximo, es poner en función de eso los múltiples tipos de retribución a que aspiran las diversas ambiciones del hombre: desde el reconocimiento social hasta el salario, desde la gloria o la simple vanidad hasta unas vacaciones en la playa, o las motivaciones de orden ideológico. No habrá riqueza material ──con su contribución a sostener el enriquecimiento espiritual de la sociedad── sin consagración al trabajo, ni consagración sin motivaciones diversas y profundas, motivaciones personales que comprometan a cada uno. La propia existencia de nuestro país depende, no de crear diez, veinte o cien brigadas de alta productividad (contingentes), sino de que seamos capaces de convertir a cada hombre en un contingente.

 

(La consagración, no sólo de la primavera; en: Somos Jóvenes, nº 137, La Habana, octubre, 1991. /Consagracion nicht nur im frühling; en: Cuba Libre, nº 3, Köln, Alemania, octubre, 1993, pp. 11-13).

 


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