Se coloca los audífonos y escucha un ruido bastante molesto. La excitación hace que su ritmo cardíaco se acelere y el ruido, que varía con su pulso, se intensifica. Poco a poco se va relajando, trata de disminuir el ruido y consigue opacarlo. Por un instante los audífonos enmudecen, pero inmediatamente su alegría —a la cual su corazón no es ajeno— lo traen de nuevo con intensidad creciente. Se relaja y busca el punto exacto. Sin prisa. El ruido se amansa, como un perro faldero, hasta que se hace el silencio. El experimento ha concluido. El Dr. Pedro Pablo Arias, neurofisiólogo del Instituto de Investigaciones Fundamentales del Cerebro de La Habana, se quita los audífonos. Logró modificar los latidos de su corazón hasta una frecuencia exacta. ¿Cómo? El mismo no lo sabe. Sólo trató de eliminar el ruido. A eso se llama retroalimentación biológica o biofeedback.
Recuerda entonces cómo aquel paciente, en estado de hipnosis, fue conducido hasta los siete años y escribió con su letra redonda y desmañada de entonces; cómo reprodujo garabatos infantiles y dibujos de casitas y soles, y cómo, por último, logró alcanzar su más antiguo recuerdo: un golpe que le hizo daño: una caída que sufrió su madre cuando él no era sino un feto.
Y MAS
La fabulosa capacidad de los fakires y yogas para controlar los movimientos intestinales o los latidos del corazón y el ritmo respiratorio, no son cualidades excepcionales. Experimentos recientes demuestran que cualquiera puede hacerlo —así como mantener cierta onda encefalográfica predeterminada—, lo que no todos estamos entrenados para hacerlo. No basta tener la capacidad. Hay que desarrollarla.
La naturaleza demoró tres mil millones de años en fabricar la estructura material más compleja que se conoce: la neurona, y concentró en los tres milímetros de espesor de la corteza cerebral humana entre catorce mil y quince mil de esos “bichitos” —como los llama el Dr. Rafael Alvisa—. Pero aún no hemos aprendido a utilizarlos: empleamos menos del 10% de las capacidades que nos instaló la naturaleza. Al menos eso ya se sabe con bastante exactitud.
PEQUEÑA MITOLOGIA DEL CEREBRO
—Muchacho, no leas más que te vas a volver loco —suelen decir las madres y abuelas, aterrorizadas por la posibilidad de una sobredosis cognoscitiva.
Dr. Rafael Alvisa: Distamos muchísimo de sobresaturar el cerebro. La capacidad de pensar no brota espontáneamente como la semilla del marañón, ni la inteligencia va alojada en el alelo izquierdo del cromosoma 24 de cada persona, de modo que a algunos les tocó más y a otros menos. Incluso el genio es, según la definición de Einstein, 20% de inteligencia y 80% de sudor. Y la inteligencia es una resultante de muchísimos factores relacionados con el entrenamiento del órgano lógico. Tal y como se entrena el aparato muscular. Ya estamos seguros de que el cerebro no funciona como se pensaba, de ahí que las formas de transmisión de información en uso sean erróneas. Por ejemplo, se pensaba que la memoria funciona sobre la base de la repetición. Es la curva del olvido según la cual a las 72 horas sólo recuerdas el 33% de la información recibida. Aunque sólo se cumple bajo ciertas condiciones de la transmisión, esa idea se convirtió en una ley general. Así en un curso de idiomas no se ofrecen más de diez palabras nuevas por clase, suponiendo que más no serían asimilables. Pero ocurre algo curioso: si te enseñan 10, recordarás 6; si te enseñan 20, recordarás 18, y si te enseñan 40, las recordarás prácticamente todas; porque mientras mayor sea el volumen de la información suministrada, con mayor velocidad y precisión será recuperada.
DE CUBA A ESPAÑA Y BULGARIA, PASANDO POR LA INDIA
no es una trayectoria tan absurda como pudiera parecerle a cualquier pichón de geógrafo.
La idea de que el hombre ha alcanzado otros planetas, o emulado con sus artes a las bellezas diseñadas por la naturaleza, empleando apenas la décima parte de sus capacidades, ha fascinado a no pocos. Ya el budismo tibetano, el yoga, el budismo zen, demostraron su eficacia para desarrollar en el hombre capacidades inexplotadas —mediante ejercicios de meditación y autocontemplación—, incluso para curarse a sí mismo. De ahí que el sicoanálisis occidental volviera sus ojos hacia el Oriente.
Tanto el búlgaro Georgi Losánov como el español Alfredo Caicedo viajaron a la India en busca de algunas respuestas necesarias para liberar esas capacidades ociosas.
Caicedo fundó la sofrología. Losánov, la sugestopedia y el Instituto de Sugestología y Parasicología de Bulgaria.
Losánov logró, mediante la sugestopedia, despertar capacidades curativas (neurosis, hipertensión, asma) y aumentar el rendimiento físico de los deportistas. Aunque su experimento más “escandaloso” fue el efectuado en 23 escuelas primarias de su país. Tomó las 23 aulas de primer grado y dividió cada una en dos grupos: uno recibiría el primer grado habitual y el otro cursaría primero, segundo y tercer grados en un año. Al final, los niños de los segundos grupos no sólo habían recibido tres cursos en uno, sino que su primer grado era superior al de los niños que sólo habían recibido primer grado. La dirección del país instó entonces a la implantación progresiva del método a nivel nacional, pero chocó contra el Ministerio de Educación.
—APRENDER ES MUY FACIL
—dice el Dr. Pedro Pablo Arias— porque toda la vida es un proceso de enseñanza aprendizaje. La sicoterapia es un proceso de enseñanza aprendizaje también. El paciente aprendea enfrentar y superar sus propios males. Losánov dice, por ejemplo, que desde que el individuo nace recibe sugestiones que lo limitan: “Tienes que ir a la escuela y esforzarte mucho. Sólo esforzándote vas a aprender.” Y no es así. Aprender es fácil, espontáneo. Por eso la nueva pedagogía trata de lograr una enseñanza abierta, placentera, participativa, en que aprender es un juego. Sin represión ni memorización forzosa. Se emplea la percepción perisférica (paredes llenas de palabras en una clase de idiomas, por ejemplo, que no advertimos conscientemente), la información subliminar. Aunque con ésta es necesario tener cuidado. Se nos dio el caso de un estudiante que había recibido subliminarmente toda la información sobre el idioma inglés, pero le era imposible emplearla. Hipnotizado, se le sugirió que entraba a una cueva y que en la cueva había un cofre. En su interior está el inglés. Toma el cofre. No puedo —dijo—. Entre el cofre y yo hay un barranco. Fíjate en el techo, ¿ves una cuerda? La veo. Salta entonces hasta donde está el cofre. Ya salté. Sácalo afuera de la cueva. Ya lo hice. Abre el cofre. Lo abrí. ¿Ves el inglés? Lo veo. Bueno, entonces tómalo. No puedo. ¿Por qué? No puedo tomarlo. Y no hubo manera de sacarlo de eso. Tenía toda la información, pero era incapaz de utilizarla.
EL CURSO MAS RAPIDO DEL MUNDO
—El 16 de julio de 1988 concluyó nuestro experimento —refiere el Dr. Rafael Alvisa—. Tomamos el patrón internacional para curso acelerado de idioma (nueve meses, es decir, 36 semanasa tres horas diarias de lunes a viernes). Se pretendía impartir este curso en 20 semanas (primera fase), para pasar luego a 10 y por último a cinco. El profesor Albernaz nos ayudó a organizar la manera de suministrar la información. Incorporamos a doce estudiantes.
—¿Personas excepcionales?
—En lo absoluto. La única condición es que tenían que ser vírgenes en el idioma. Y que no habría tareas para la casa ni podrían estudiar fuera del horario del curso.
—¿En qué se basaba el sistema?
—Ante todo, en qué no se basaba. La pedagogía tradicional se fundamenta en el menor esfuerzo del estudiante, y no en lo que verdaderamente ocurre en la siquis. Se sabe que el hemisferio izquierdo y el derecho trabajan de distinta manera: uno como un ordenador digital y otro como un ordenador analógico. Primero buscamos los métodos para silenciar cada hemisferio a voluntad, para introducir la información por uno u otro. Eso se hizo mediante técnicas sico fisiológicas: estimulación cromática, relajación inducida, sistema respiratorio, estímulos visuales mediante el ordenador que producían un estado funcional muy particular del cerebro. El sistema es muy sencillo de ejecutar, pero fue muy difícil concebirlo. Teníamos un taquitoscopio de tres campos, un ordenador, un videobin y se crearon tres equipos para hacer de interfases e interconectores, y grabadoras a las que hubo que crearles un sistema de reforzamiento, porque al sincronizarlas, el ordenador se las llevaba.
—¿Cuántos participaron en la concepción del curso?
—Un sicólogo, dos neurofisiólogos y dos ingenieros informáticos. Bueno, toda la información del curso se ofreció en cinco sesiones de una hora: información subliminar a través del ordenador —el texto pasaba tan rápidamente que parecían rayitas—, un sistema de iluminación especial, mientras a través de los audífonos recibían las palabras enmascaradas bajo una música prointelectiva. Y pausas para el descanso. Un sistema muy complejo. El resto del curso lo dedicamos a “despertar” esa información.
—¿Las 19 semanas que habían concebido para esa fase?
—No. En siete semanas logramos “despertar” toda la información. Sólo conversación. No incluimos escritura. Hasta entonces el curso más rápido del mundo era el de Losánov (26 semanas). Enseguida nos preguntaron: ¿Cuándo van a dar el próximo curso? Pero la pregunta sería: ¿Cuándo continuarán las investigaciones para perfeccionar el método y solucionar los defectos que encontramos?
SILVESTRISMO Y FUTUROLOGIA O LA REVOLUCION PEDAGOGICA
Dado que la sociedad contemporánea se encuentra ante una crisis de información —la pedagogía actual es capaz de dotar al hombre sólo de una mínima parte del conocimiento acumulado por la humanidad—, la revolución pedagógica es, más que una consecuencia de ciertas curiosidades y casualidades, una necesidad imperiosa del desarrollo humano.
—Padecemos de silvestrismo —enuncia el Dr. Rafael Alvisa—: nuestra educación se adquiere de modo silvestre: en dependencia de la familia, los maestros y amistades que nos hayan tocado en suerte (o en desgracia). Es aleatoria. Ante todo, tenemos que perder los prejuicios instalados sobre la limitada capacidad del cerebro. Todo es entrenamiento: un pintor ve 16 matices de azul donde tú y yo vemos sólo tres. El ser humano está aprendiendo ininterrumpidamente desde su nacimiento, y los tres primeros años son esenciales. No hay razón fisiológica que impida hablar perfectamente a un niño de seis meses. La preparación de un niño con tarjetas de colores y figuras que estimulan la capacidad cerebral, de modo que cuando le empieces a dar información formalizada, la asimile, no es futurología. Ya la Universidad de Pensylvania publicó un método y dos casetes, con un sistema de educación acelerada temprana (no precoz). Pero al niño se le trata durante los primeros años como a un perrito. Y no puede ser una educación diferencial a ciertos niños, porque al desfasarse se les crearía un problema social. Todos serían capaces de asimilarlo. Los primeros años de la escuela deberían dedicarse al entrenamiento del sistemanervioso: perfecta discriminación tonal y auditiva, perfecta discriminación cromática y visual; formas, figuras y movimiento; memoria auditiva, visual y motora. Es alentador saber que algún día los humanos seremos verdaderamente homo sapiens sapiens. Y es triste que a nosotros ya no nos toque.
“El difícil arte de usar la cabeza”; en: Somos Jóvenes, n.º 133, La Habana, junio, 1991.
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